Sin contemplación en la Rosada: “Vamos por los Kirchner, después por el peronismo”

Por Alfredo Silletta. A fines de marzo, un grupo de docentes se manifestó en la vereda de la base área de Morón, donde reside la gobernadora María Eugenia Vidal y sus hijos. Esta misma noche, Vidal se indignó en el programa Intratables y manifestó: “Hay un grupo de delegados gremiales enfrente de mi casa. ¿No pensaron que ahí están mis hijos? Su ex marido, padre de sus hijos e intendente de Morón, Ramiro Tagliaferro publicó una carta titulada “Con mis hijos no”, donde repudia que se manifiesten en la “puerta de la casa de mis hijos”. Los medios hegemónicos enloquecieron porque unos docentes se manifestaron pacíficamente durante un rato y luego se marcharon a sus casas, sin producir ningún tipo de desmanes.

Ayer en Santa Cruz sucedió todo lo contrario, un periodista de TN, que fue parte de los servicios de inteligencia, pedía a los manifestantes que rompieran todo e ingresaran a una casa donde había solo 5 mujeres, entre ellas una niña de 18 meses. Desde TN y desde Animales Sueltos, un programa que trabaja con información de los servicios de inteligencia, disfrutaran del hecho y lo aplaudían. Los mismos periodistas que mintieron con la visita del juez Sebastián Casanello a Olivos o con la operación para echar al presidente del INCAA.

No abundaré sobre lo ocurrido en la residencia de la gobernadora de Santa Cruz porque el video de la ex presidenta y las declaraciones de Máximo y Alicia Kirchner son claras y contundentes. Lo dijo el titular de La Cámpora: “no le creo al presidente, es un cínico y un hipócrita. Él y Marcos Peña estuvieron atrás de lo sucedido”.

Desde hace un largo tiempo en Info135, venimos señalando que hay una persecución brutal hacia la ex mandataria y contra cualquier dirigente del peronismo que se oponga a sus políticas. El gobierno de Cambiemos, acompañado por los medios hegemónicos y parte del partido judicial, más el establishment económico vienen atacando en forma brutal a la ex presidenta desde diciembre de 2015, luego fueron por Daniel Scioli y ahora van por la intendenta Verónica Magario. Si Martín Insaurralde finalmente juega en el mismo espacio seguramente irán por él.

Luego del 1A, cuando 25 mil personas con el apoyo de los medios, los trolls y las redes sociales salieron a la calle, el presidente afirmó que se acabó el “dialogo” y comenzó la guerra abierta hacia quienes cuestionen sus privilegios. La misma Elisa Carrió sostuvo ayer que “las políticas de amor y paz se terminaron”. En realidad, nunca hubo amor ni paz sino persecución a lo que ellos llaman “populismo”. Cuando 25 mil personas apoyan a Cambiemos son “patriotas”, cuando un millón de personas se moviliza durante el mes de marzo contra las políticas de ajuste de Macri, son “desestabilizadores”.

Las denuncias del juez Bonadío primero contra la ex presidenta, luego contra sus hijos, la reapertura del suicidio de Nisman, las causas de Hotesur y Los Sauces, dólar futuro y otras por enriquecimiento ilegal nunca pudieron doblegar a la ex presidenta. No sólo eso, en todas las encuestas Cristina crece y el presidente baja, especialmente en la provincia de Buenos Aires.

Los mismos ataques fueron contra Daniel Scioli y su gente, cuando durante ocho años de gestión nunca hubo una denuncia y el Tribunal de Cuentas era manejado por la oposición. La consigna del presidente es simple: “hay que sacar de la cancha a quienes nos pueden enfrentar”. Por eso ahora van muy fuerte sobre la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, que puede ser candidata en octubre. Los medios hegemónicos ya empezaron a decir que su “padre fue montonero”.

En el establishment necesitan ganar en octubre. Una derrota del oficialismo les quita chance para las presidenciales de 2019. Y lo más importante: institucionalizar el ajuste que implicará recortar leyes laborales, vender empresas como Aerolíneas o YPF y seguir endeudando el país. Lo dijo hace unas horas el ministro de Finanzas, Luis Caputo en Wall Street: “si ganamos las elecciones en octubre vamos a profundizar nuestro programa económico y a encarar las asignaturas pendientes”. En criollo: “Vamos por un ajuste brutal en la Argentina”.

Desde la Rosada tienen clara su política: ir por “la yegua”, como la llaman en la Jefatura de Gabinete, por Scioli, por Magario y por Alejandra Gils Carbó, la más odiada por Macri, después de la ex presidenta.