Luego de la fracasada operación Retorno de fines de 1964, Perón estaba debilitado. A 10 años de su exilio, con prohibición de hacer declaraciones en España, parecía que comenzaba a perder poder. ¿Qué estaba pasando? Muchos dirigentes, especialmente sindicales fueron domesticados por las prebendas y beneficios de los gobiernos de turno. Estaban cansados de luchar por Perón y prefirieron un peronismo más domesticado. Se los conocerá como neoperonistas y su figura más destacada será la de Augusto Vandor, secretario de la Unión Obrera Metalúrgica. El dirigente metalúrgico lanzará en esos días la siguiente frase: “Para salvar a Perón, hay que estar contra Perón”.
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