El 30 de octubre de 1983, el peronismo sufrió la primera derrota electoral en manos de Raúl Alfonsín. Una generación diezmada por la dictadura militar y una dirigencia envejecida en manos de Ítalo Luder, Lorenzo Miguel, Deolindo Bittel, Vicente Saadi y patoteros como Herminio Iglesias. Fue un duro golpe que dejó en silencio y aturdido al peronismo. Una semana después de la derrota, un artista lúcido como Leonardo Favio publicó una carta abierta: “Compañero, ¿Qué haces sentado a la orilla del camino de la desesperanza? No hay tiempo para ello. No nos lo podemos permitir. Así nos señalan nuestros mártires, nuestra desolada América y la vida que avanza. Ser peronista hoy más que nunca es una ineludible responsabilidad. Aquí comienza la tarea de la reconstrucción de nuestro movimiento. ‘El cruce del desierto’ que debemos iniciar extirpando quirúrgicamente de las entrañas del mismo a los ‘traidores expertos en roscas’ que nos llevaron a postergar nuevamente nuestro sueño revolucionario, prolongando así el dolor de tanta gente”.
Publicación anterior
siguiente Publicación