Hay preocupación en la Casa Rosada. Quienes conocen al presidente Mauricio Macri lo notan de mal humor, irascible, colérico. Se queja antes sus funcionarios que le traen más problemas que soluciones, pero la razón está, no tanto en las políticas del gobierno –que el avala en su totalidad-, sino en el escenario bonaerense. En todas las encuestas, Cambiemos está segundo o tercero, lejos del primer lugar donde figura el peronismo, y lo peor es que la candidata que mejor mide de ese espacio, pese a la brutal campaña mediática-judicial, es Cristina Kirchner. En las últimas horas, el diputado nacional Pablo Tonelli afirmó que “Cristina ya pasó en la política y lo mejor que podría hacer es retirarse”. Otro papelón de los legisladores del PRO.
El gobierno viene midiendo a Elisa Carrió, Esteban Bullrich y Jorge Macri pero, aunque mejoraron últimamente a costa de Sergio Massa, no logran acercarse al peronismo, especialmente están muy mal en los 24 partidos que integran el Gran Buenos Aires, excepto San Isidro y Vicente López, las ciudades más ricas del conurbano. Por ahora, Macri confía en la buena imagen de María Eugenia Vidal, pero sabe que no compite el próximo año.
La preocupación de Cambiemos en las elecciones de medio término es que muchos inversores extranjeros afirmaron que primero necesitan saber si habrá continuación de Macri hasta el 2023 porque no pueden invertir si Cambiemos deja el gobierno en 2019.
Desde la Casa Rosada vienen observando que las denuncias mediáticas judiciales no hacen demasiado efecto en los sectores populares, por lo cual trabajaran en otra propuesta: dividir tanto a Massa como al peronismo.
La idea es que el peronismo vaya dividido, entre un sector que encabece la ex presidenta, Daniel Scioli y un grupo de intendentes y otro conducido por Florencio Randazzo y los jefes comunales del Grupo Esmeralda.
Marcos Peña, hace una semana invitó a un asado en San Telmo a un grupo de intendentes que mantienen buena relación con el kirchnerismo y les ofreció la vicepresidencia de la Cámara de Diputados bonaerense, siempre que voten el presupuesto y el endeudamiento de Vidal. Estaban entre otros, Verónica Magario, Gustavo Menéndez, Ariel Sujarchuk y Francisco Echarren. Ese acercamiento se rompió cuando Cambiemos quiso vetar la candidatura de Magario a la Federación Argentina de Municipios (FAM) porque el peronismo se abroquelo en su apoyo.
La otra jugada de Cambiemos es convencer a Margarita Stolbizer que pase a las filas de Cambiemos y que abandone el acuerdo con Sergio Massa. El gobierno tiene claro que el diputado nacional va a jugar si o si el próximo año, porque no participar en las elecciones lo deja fuera de la carrera presidencial de 2019.
Por ahora, la gobernadora ya avisó a su gente que concentrará su campaña en el interior de la provincia, con la intención de afianzar el voto de Cambiemos, esperando trabajar el conurbano el próximo año, cuando la economía empiece a remontar. Vidal, también le pidió a la Casa Rosada bajar un cambio en estas semanas, tanto con el peronismo como con el massismo, ya que debe aprobar el presupuesto y el endeudamiento, por lo cual necesita las 2/3 parte de los votos.
Macri está colérico con los bonaerenses, pero sus ministros confían en que bajará un cambio luego de su reunión con el Papa Francisco. Por las dudas prenden una vela para que Francisco lo trate mejor que la visita anterior.