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25 noviembre, 2024
PROVINCIA

Cristina y los cambios en su rol de conductora

Por Alfredo Silletta. Los dirigentes que visitaron a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner coinciden en que cambió durante el pasado año. Quienes han dialogado en los últimos tiempos con ella afirman que está más reflexiva, preocupada por el avance brutal de la derecha en la Argentina y consciente de que hay que dejar mezquindades de lado y trabajar por un gran frente nacional y popular para derrocar a las corporaciones que se han hecho cargo del Estado. Viene dialogando con todos los sectores, incluso aquellos que la cuestionaban durante su gobierno o a principios del año pasado.

Cristina es hoy la última líder del peronismo. Cometió errores durante su presidencia, nadie lo duda. El mismo Juan Domingo Perón se equivocó más de una vez, pero no hay dudas sobre el amor de la gente por aquel coronel que se hizo cargo del país en los años cuarenta y que luego soportó 18 años de exilio.

Los líderes no son seres mágicos, sobrenaturales, simplemente son seres humanos que saben interpretar el estado de ánimo y las necesidades de los trabajadores y de los más humildes. Y Cristina está hoy en esa tarea.

La esencia de un líder es difícil de analizar si nos quedamos sólo en un momento de su existencia, en una foto, y no en la película completa.  ¿Con qué Perón nos quedamos? ¿Con el de 1946, que en pocos meses disolvió el partido Laborista, el radicalismo de la Junta Renovadora y creó el partido Peronista donde él era la única voz? ¿Con el que no aceptaba disidencias, apartando a Domingo Mercante, el mejor cuadro de la revolución de aquel entonces? ¿Con el que conformó una CGT burocrática, que no supo salir a las calles a defender la revolución en 1955? ¿Con el que rechazaba a intelectuales como Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche o Jorge Abelardo Ramos y que recién en el exilio supo valorarlos?

Es el mismo Perón que luego de 1955 ordenó la resistencia y el sabotaje a la dictadura, el que pactó con Arturo Frondizi en 1958, el que rompió con los dirigentes sindicales y se inclinó por el trasvasamiento generacional, el que apoyó las organizaciones armadas y el mismo que en sus últimos días regresó al país para hablar de unidad y rompió con las “organizaciones especiales”.

Perón era todo eso y mucho más. Así son los grandes líderes, como lo fueron Fidel Castro, Hugo Chávez u Omar Torrijos, por nombrar algunos.

Néstor Kirchner supo construir poder. Eran comunes los encuentros a medianoche con algún intendente o llamar a algún ministro a las 2 o 3 de la mañana.

Cristina fue diferente a Néstor. Concretó las principales medidas progresitas de la década kirchnerista, como la estatización de las AFJP, la Asignación universal por Hijo, la estatización de Aerolíneas e YPF. Se bancó la muerte de su compañero de toda la vida y logró el 54% de los votos.

Pero cometió errores: rompió con un sector de la dirigencia sindical, no dialogó más con intendentes, gobernadores y referentes del peronismo. Como dijo por estos días Mempo Giardinelli: “¿Habrá aprendido a dialogar, que fue su gran carencia? ¿Podrá amainar esos rasgos de altanería que a veces la hicieron trastabillar, ofender al cuete y equivocarse en decisiones? ¿Sabrá ahora sí escuchar y dialogar con los aliados en lugar de exigirles aceptaciones y silencios que sólo provocan rencor?”

Hoy la derecha y el establishment la persiguen, no por sus carencias, sino por todo lo que dio a los trabajadores y a los humildes: la acusan de “ladrona”, de liderar una “asociación ilícita” para robar desde el Estado, de “traición a la Patria”, con un embargo 100 veces superior a su patrimonio; persiguen a sus hijos y a su marido muerto y tantas cosas más y, pese a todo, sigue encabezando todas las encuestas.

Quienes siguen en contacto con la ex presidenta dicen que cambió y tiene claro que con el kirchnerismo puro no alcanza, que hay que construir mayorías con todos los sectores del frente nacional. Viene dialogando con sectores sindicales y de los movimientos sociales. Sabe que hay que sumar para construir un gran frente que frene a la derecha que, en sólo un año, destruyó todo lo construido en doce años.

No sólo dialoga con los sindicalistas amigos, ha tenido encuentros con Ricardo Pignanelli del SMATA, quien fue muy crítico de la ex mandataria. No hay que olvidarse que Oscar Romero, el diputado que rompió el FpV en enero de 2016, pertenece al gremio de los mecánicos.

Está decidida a sumar a todos los sectores, incluso aquellos que la maltrataron durante su gobierno. También dialoga con dirigentes sindicales más afines, como Víctor Santa María, de los porteros, y Sergio Palazzo, de los bancarios; con los metalúrgicos y otros gremios.

Comenzó a conversar con los intendentes de la provincia de Buenos Aires. Con todos, no solamente aquellos más cercanos, y les pide que trabajen por la unidad.

Tuvo dos gestos importantes en diciembre: primero, levantó el acto de un sector del kirchnerismo más duro en Ferro porque no sumaba para un gran frente nacional en la provincia; luego ordenó al kirchnerismo y a La Cámpora que vayan al congreso de unidad del PJ en La Matanza y se sumen en el trabajo de articular un gran frente opositor.

Paralelamente, está activa en las redes sociales, tanto Facebook, Twitter o Telegram. Sabe que hoy las redes son fundamentales para romper el cerco mediático de los grandes medios hegemónicos que operan para el gobierno de Macri.

Todas las encuestas la dan como la gran protagonista de las próximas elecciones de medio término. Mide entre 33 y 40 puntos, llegando casi a los 50 en el conurbano. Más allá de que su intención era quedarse en su casa de El Calafate y disfrutar de su familia o trabajar sobre la región latinoamericana, la política brutal de Cambiemos y su responsabilidad como única líder la obligarán a conducir nuevamente un gran frente nacional y popular.

Fueron las masas que llevaron a Perón a conducir un gran movimiento nacional cuando rondaba los 50 años y estaba más cerca del retiro militar. Hoy parece que nuevamente los trabajadores y los humildes llevarán a Cristina a ser la conductora para rearmar un gran frente nacional y popular.

 

 

 

 

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