El presidente Mauricio Macri abrió la muestra en el museo de la Casa Rosada sobre los 70 años del voto femenino hablando de todo, citando algunas mujeres, menos a Eva Perón, quien con el apoyo de Juan Domingo Perón aprobaron en 1947 que las mujeres votaran en el país.
En la década más importante de derechos y conquistas sociales, fue Eva Perón quien decidió que las mujeres tenían derecho a votar. Ella en persona llevó el proyecto de ley que establecía:
Artículo 1°- Las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos.
Artículo 2°- Las mujeres extranjeras residentes en el país tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o les imponen las leyes a los varones extranjeros, en caso que éstos tuvieren tales derechos políticos.
En seguida se sintió el odio de la oposición y el diputado radical Ernesto Sanmartino -el mismo que declaró que los obreros del 17 de octubre eran un ‘aluvión zoológico’- presentó un proyecto de ley que resolvía que “las esposas de los funcionarios públicos, políticos y militares, no pueden disfrutar de honores ni de ninguna clase de prerrogativas de las que gozan sus maridos, ni pueden asumir la representación de estos en los actos públicos”.
Pero el avance del peronismo era irresistible. El 23 de setiembre de 1947 Evita les habló a miles de mujeres en la Plaza de Mayo anunciando la promulgación de la Ley Nº 13.010 que otorgaba el derecho al voto a las mujeres argentinas:
“Recibo en este instante, de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza de que lo hago, en nombre y representación de todas las mujeres argentinas. Sintiendo, jubilosamente, que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria.
Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos una larga historia de lucha, tropiezos y esperanzas. ¡Por eso hay en ella crispaciones de indignación, sombras de ocasos amenazadores, pero también, alegre despertar de auroras triunfales!…Y esto último, que traduce la victoria de la mujer sobre las incomprensiones, las negaciones y los intereses creados de las casas repudiadas por nuestro despertar nacional, sólo ha sido posible en el ambiente de justicia, de recuperación y de saneamiento de la Patria, que estimula e inspira la obra de gobierno del general Perón, líder del pueblo argentino.(…)
Hemos llegado al objetivo que nos habíamos trazado, después de una lucha ardorosa. Debimos afrontar la calumnia, la injuria, la infamia. Nuestros eternos enemigos, los enemigos del pueblo y sus reivindicaciones, pusieron en juego todos los resortes de la oligarquía para impedir el triunfo. Desde un sector de la prensa al servicio de intereses anti argentinos, se ignoró a esta legión de mujeres que me acompañan; desde un minúsculo sector del Parlamento, se intentó postergar la sanción de esta ley. (…)
El voto que hemos conquistado es una herramienta nueva en nuestras manos. Pero nuestras manos no son nuevas en las luchas, en el trabajo y en el milagro repetido de la creación.
¡Bordamos los colores de la Patria sobre las banderas libertadoras de medio continente! ¡Afilamos las puntas de las lanzas heroicas que impusieron a los invasores la soberanía nacional!
Fecundamos la tierra con el sudor de nuestras frentes y dignificamos con nuestro trabajo la fábrica y el taller. Y votaremos con la conciencia y la dignidad de nuestra condición de mujeres, llegadas a la mayoría de edad cívica bajo el gobierno recuperador de nuestro jefe y líder, el general Perón”.
El voto de la mujer era lógico y solo podía darse en una década de obtención de derechos de los más humildes. El desarrollo económico e industrial del país produjo la necesitad de mano de obra, especialmente de la mujer en las fabricas textiles. Por primera vez la mujer postergada del Interior dejada de ser sirvienta en Buenos Aires para ser una obrera con leyes que la protegían. Y para ello no dudaron en abrazar a quien eligieron como referente y no dudaron en ‘parecerse’ a Evita. El historiador Jorge Abelardo Ramos escribió que:
“La primera quincena envió un giro a su madre. La segunda, adquirió un par de zapatos con tacos y su cuerpo cambio. A la siguiente, compro en las cadenas de tiendas Etam un delicado vestido arrancado de un modelo de “Vogue”, con tela de imitación francesa, fabricada por la nueva burguesía judía de Villa Lynch, que dejaba de ser importadora para transformarse en productora. Una maravillosa, indescriptible transformación se operaba en la ex sirvienta. Con dos o tres quincenas más se compro una cartera, artilugios de maquillaje, alguna biyuteria. Entonces asestó un toque final a la transformación milagrosa. En todos los barrios habían aparecido “salones de belleza”. Nuevas “cosmetólogas” brotadas de la nada la atendieron durante unas horas, le dieron consejos y la lanzaron a la calle transformada en platinada. Aquella muchacha aindiada era hermosa, tenia rulos, tacos altos (había cambiado de estatura) y nadie hubiera imaginado jamás que al pasear por Santa Fe, Callao o Corrientes, la ex sirvienta era menos bella que las chicas de clase media o la oligarquía. Al mismo tiempo, entraba en crisis la oferta del servicio domestico. Aparecía el Estatuto del Servicio Doméstico, con derecho a siesta. ¡Cuantos izquierdistas aprendieron a odiar al peronismo en la mesa familiar de boca de su madre, antes de buscar en venerables textos las razones para rechazarlo en nombre de la Ciencia!(…) Cuantas más chinitas llegaban, más rubias aparecían.(…) Eva les tocó el corazón y ellas fueron su fuerza, energía poderosa que había atravesado muchas generaciones en silencio y ahora hablaba a gritos”.
Volviendo a la inauguración de la muestra, el presidente Macri estuvo acompañado y hablaron además de él, la presidente del Consejo Nacional de la Mujer, Fabiana Tuñez, y la dirigente de derechos humanos, Graciela Fernández Meijide. Ninguno de los tres mencionó a Evita. También estuvieron otras mujeres del gabinete, como Patricia Bullrich, ministra de Seguridad, Carolina Stanley, de Desarrollo Social, Paula Bertol, secretaria de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete y Laura Alonso, titular de la Oficina de Anticorrupción.
La muestra organizada por la Secretaria General de la Presidencia de la Nación se puede ver desde el miércoles hasta el domingo de 10 a 18 y se compone de fotografías de mujeres que cumplieron un rol importante en la historia de la lucha por los derechos de la mujer. El curador se olvido de poner la foto del primer voto de Eva Perón en el hospital cuando ya padecía su tremenda enfermedad y a días de su ultima operación.
El odio de clase hacia Eva Perón es obvio. Recordemos su último discurso el 1 de mayo de 1952 y entenderemos porqué a tantos años el establishment la sigue odiando:
“Yo le pido a Dios que no permita a esos insectos levantar la mano contra Perón, porque ¡guay de ese día! Ese día, mi general, yo saldré con el pueblo trabajador, yo saldré con las mujeres del pueblo, yo saldré con los descamisados de la patria, para no dejar en pie ningún ladrillo que no sea peronista. Porque nosotros no nos vamos a dejar aplastar jamás por la bosta oligárquica y traidora de los vendepatrias que han explotado a la clase trabajadora, porque nosotros no nos vamos a dejar explotar jamás por los que, vendidos por cuatro monedas, sirven a sus amos de las metrópolis extranjeras; entregan al pueblo de su patria con la misma tranquilidad con que han vendido el país y sus conciencias; porque nosotros vamos a cuidar de Perón más que si fuera nuestra vida, porque nosotros cuidamos una causa que es la causa de la patria, es la causa del pueblo, es la causa de los ideales que hemos tenido en nuestros corazones durante tantos años. Hoy, gracias a Perón, estamos de pie virilmente. Los hombres se sienten más hombres, las mujeres nos sentimos más dignas, porque dentro de la debilidad de algunos y de la fortaleza de otros está el espíritu y el corazón de los argentinos para servir de escudo en defensa de la vida de Perón.
Yo, después de un largo tiempo que no tomo contacto con el pueblo como hoy, quiero decir estas cosas a mis descamisados, a los humildes que llevo tan dentro de mi corazón que en las horas felices, en las horas de dolor y en las horas inciertas siempre levanté la vista a ellos, porque ellos son puros y por ser puros ven con los ojos del alma y saben apreciar las cosas extraordinarias como el general Perón. Yo quiero hablar hoy, a pesar de que el general me pide que sea breve, porque quiero que mi pueblo sepa que estamos dispuestos a morir por Perón y que sepan los traidores que ya no vendremos aquí a decirle ‘presente’ a Perón, como el 28 de septiembre, sino que iremos a hacer justicia por nuestras propias manos.
Hay mucho dolor que mitigar; hay que restañar muchas heridas, porque todavía hay muchos enfermos y muchos que sufren. Lo necesitamos, mi general, como el aire, como el sol, como la vida misma. Lo necesitamos por nuestros hijos y por el país en estos momentos inciertos de la humanidad en que los hombres se debaten entre dos imperialismos; el de derecha y el de izquierda, que nos llevan hacia la muerte y la destrucción. Y nosotros, un puñado de argentinos, luchamos junto con Perón por una humanidad feliz dentro de la justicia, dentro de la dignificación de ese pueblo, porque en éso reside la grandeza de Perón. No hay grandeza de la Patria a base del dolor del pueblo, sino a base de la felicidad del pueblo trabajador. (…)
Antes de terminar, compañeros, quiero darles un mensaje: que estén alertas. El enemigo acecha. No perdona jamás que un argentino, que un hombre de bien, el general Perón, esté trabajando por el bienestar de su pueblo y por la grandeza de la Patria. Los vendepatrias de dentro, que se venden por cuatro monedas, están también en acecho para dar el golpe en cualquier momento. Pero nosotros somos el pueblo y yo sé que estando el pueblo alerta somos invencibles porque somos la patria misma”.