“Ya fue”, dicen algunos. Pero otros, lejos de subestimarla, la ven como “la principal opositora” en los tiempos que vienen. Así es como en el seno del Gobierno, con pronósticos divididos, analizan el rol que puede llegar a tener Cristina Kirchner después de las elecciones del 22 de octubre.
Para aquellos que vaticinan un triunfo de Esteban Bullrich no mayor a los dos puntos, ese resultado significaría que la ex presidenta seguirá manteniendo vigencia, y ocupará un papel relevante en el Senado cuando llegue el momento de debatir proyectos de vital importancia para Cambiemos, como serán la reforma laboral y previsional.
Por eso mismo, se anticipa que una vez guardadas las urnas, el presidente Mauricio Macri convocará a los gobernadores para negociar la agenda futura.
Mientras, desde algunos despachos oficiales se imaginan a una Cristina convertida en un real obstáculo para la reorganización y unificación del PJ, al tiempo que aseguran que eso jugará a favor del gobierno para seguir sumando el apoyo de todos aquellos que rechazan la vuelta al poder de la candidata a senadora por Unidad Ciudadana.
Y después, aparece otro sector más radicalizado, con Elisa Carrió y el titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, a la cabeza, desde donde se apuesta a una humillante derrota de la ex presidenta el domingo 22, lo que equivaldría a que quede reducida a una casi inexistente expresión política.
Carrió insiste con que “Cristina ya fue”, y pronostica que, con ese escenario, el Gobierno podría negociar sin demasiadas trabas acuerdos sobre el paquete de reformas que se viene, con el llamado “peronismo republicano”, representado por algunos gobernadores del PJ y el titular del bloque en la Cámara alta, Miguel Ángel Pichetto quien, desafiante, ya dijo que CFK abandonó el partido y por lo tanto debe conformar otra bancada.