Luego que la familia confirmara por los tatuajes que era Santiago Maldonado, el presidente Mauricio Macri, a través de un teléfono sin identificación llamo a la madre para decirle que se “solidarizaba”. Cuando Sergio se entero estalló en bronca: “Es un hipócrita, me parece muy bajo. Son muy perversos, hay un límite para todo. La llama a mi vieja antes de las elecciones, me da asco”, dijo en el programa de Nelson Castro, pidiendo disculpas por el tono de su enojo. Pero se había sumado otra situación: el ministro de Justicia, Germán Garavano, le había dicho al periodista de TN que había hablado con él para darle las condolencias, y no era cierto. “El ministro no habló conmigo, si habló que muestre la grabación. Me escribió por whatsapp. Yo tendría que estar llorando a mi hermano pero tengo que estar pendiente porque no paran de tirar basura”, desmintió. “Me hubiese gustado hacer un duelo, pero ni eso me permiten”, le dijo a PáginaI12.
Durante los 78 días que duró la pregunta “¿Dónde está Santiago Maldonado?” la postura incesante del Gobierno fue negar responsabilidad de Gendarmería en los hechos, por ostensible que fuera que la desaparición se produjo en medio de una represión de esa fuerza que ingresó sin orden judicial al territorio de la Pu Lof en Resistencia, e incluso poner en duda la presencia del artesano en el lugar, que incluso estaba fotografiado por la propia fuerza con la vestimenta que describió el testigo Matías Santana. Sin contar las afirmaciones de Elisa Carrió sobre un “20 por ciento de posibilidades de que esté en Chile”, y la presencia insistente de funcionarios del Ministerio de Seguridad en Esquel, monitoreando la causa en forma permanente y hasta consiguiendo participar en medidas de rastrillaje que ni a los familiares se habilitaba.
La familia Maldonado difundió un texto después de reconocer el cuerpo en el que dice que “el calvario” que para ellos se inició el día que supieron de la desaparición de Santiago “no terminará hasta obtener justicia”.
Primeros resultados. Página 12 afirmó que el reconocimiento de Santiago por parte de sus familiares se pudo hacer después de que los forenses prepararan y limpiaran el cuerpo. El cuerpo estaba en un buen estado de conservación, lo que permitió que se tomaran y cotejaran las huellas dactilares de doce puntos distintos. Fue la primera corroboración científica de la identidad. La operación de autopsia comenzó entrada la tarde. Todo el procedimiento estuvo supervisado por el Cuerpo Médico Forense, cuyas autoridades estuvieron presentes, y especialistas del Equipo Argentino de Antropología Forense. Hubo 56 personas en total dentro de la sala (entre técnicos, forenses, laboratoristas, entre otros) en que se hizo la autopsia, incluyendo dos veedores y el juez Gustavo Lleral. Fue filmado con dos cámaras y fotografiado. Afuera había otros tantos asistentes.
Se encontraron con un cuerpo que no tenía mutilaciones, que estaba en buen estado de conservación, informaron allegados a la investigación. Sin golpes, heridas de bala, signos de ahorcamiento, forcejeo u otras agresiones de terceras personas. Tenía, por ejemplo, pulseras que no dejaron ninguna clase de marcas. Sólo tenía la mordedura de un pez en el lado de derecho del rostro y en la frente marcas que podrían ser de colmillos de un zorro. El proceso de putrefacción era incipiente. Es posible que las bajas temperaturas del agua colaboraran con la conservación. Pero todavía no se estableció cuánto tiempo estuvo en el agua, cuándo ocurrió la muerte, ni es completamente seguro que se logre determinar con certeza.
No hay todavía conclusiones sobre qué fue lo que causó la muerte de Santiago. Los indicios de ahogamiento surgen de la ausencia de lesiones y de que la médula estaba “líquida”. Además vestía mucha cantidad de ropa (pantalones y abrigos superpuestos) muy pesada. Los estudios que se harán para corroborarlo rastrean la presencia de algas (diatomeas, geoplancton o fitoplancton) tanto en la médula como en las cavidades cardíacas. En unos quince días se conocerá el resultado. Por esta cuestión estuvieron presentes dos expertos de la facultad de Ciencias Exactas. También se debe descartar si no pudo sufrir hipotermia. En el caso de que se hubiera ahogado, algunos forenses y criminalistas dicen que no se puede descartar que lo hayan ahogado.
Será clave y tomará más tiempo reconstruir cómo llegó Santiago hasta ese lugar. Lo que es claro, como reveló este diario, es que un comparación y análisis en un mapa satelital de las imágenes tomadas en el lugar donde fue hallado el cuerpo en el Río Chubut, muestra que se encontraba a menos de 70 metros de donde estuvo un grupo de gendarmes, entre ellos el subalférez Emmanuel Echazú, que fue fotografiado allí. Echazú es el agente que aparece con sangre en la cara en algunas fotos y que según la enfermera de Gendarmería fue atendido ahí dentro de la comunidad. Además, junto con otro compañero tardaron casi doce horas en regresar a sus bases después que terminó el operativo. Llegaron a las 5.30 de la mañana del día siguiente, 2 de agosto. Santiago desapareció el 1 de agosto. Entre los numerosos y variados testimonios que dieron los Gendarmes a las propias autoridades de la fuerza para la investigación interna, hablaron de personas a las que perseguían que cruzaron el río. Santiago, al parecer, dudaba en cruzar por temor a no lograr nadar y flotar. La sola persecución de la Gendarmería sin razón alguna (ya que los piedrazos que alegan como delito en flagrancia se produjeron ya dentro del territorio de la Pu Lof) y la posibilidad de que, por caso, hayan visto a Santiago en el río y no hayan hecho nada por sacarlo, los compromete. Todo eso puede tener consecuencias, desde la evaluación del allanamiento ilegal hasta el abandono de persona, y hace imposible describir la muerte de Santiago sin el papel central de esa fuerza.