Más allá de que en un primer momento no pocos funcionarios del Gobierno se mostraron felizmente entusiasmados con la virtual cacería de kirchneristas lanzada por el juez Claudio Bonadio, con el pedido de prisión para Cristina Kirchner, con el correr de las horas el tema empezó a dividir las las aguas y decidieron bajar los decibeles y, en conjunto, decidieron mostrarse con cautela y tomar distancia sobre lo que estaba ocurriendo, bajo el argumento de que “es una decisión de la Justicia”.
Sin embargo, por lo bajo, y ya con el dictamen del juez en la mano, un ministro opinaba que “está bien demostrado que fue una negociación muy irregular (la del Memorándum con Irán), pero de ahí a traición a la patria y prisión preventiva, me parece un exceso”, mientras que otros lo definieron como “un disparate antijurídico”.
El primero en romper con esa línea de silencio fue el jefe del bloque del PRO en Diputados, Nicolás Massot, quien dijo: “Celebro que después de años la Justicia esté tomando el toro por las astas y asumiendo su rol”, al convalidar el criterio de detener a CFK. “Me resulta muy verosímil que la ex presidenta pueda obstruir el proceso judicial”, destacó.
La diputada Graciela Ocaña aportó lo suyo, al decir que “el Senado no sea un aguantadero de corrupción. Es urgente el tratamiento del Congreso para que se le quiten los fueros a Cristina Fernández de Kirchner”.
Además, en los despachos oficiales ya empezaron a analizar las inevitables consecuencias políticas y el costo que puede pagar el Gobierno por la embestida de Bonadio. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, llegó a decir que “los argentinos conocen al presidente Mauricio Macri, y saben que no vino a manipular la Justicia”.
Es que la preocupación también se extiende a la mirada crítica desde el exterior sobre lo que se observa como una burda persecución judicial a opositores, con la imagen de que “en Argentina, muchos están en una especie de libertad condicional”.
Mientras el desafuero a Cristina Kirchner en el Senado está casi descartado, en la Casa Rosada temen el efecto ‘boomerang’ que puede generar toda esta situación, con la posibilidad cierta de generar una impensada unidad entre distintas fuerzas políticas, algunas de ellas aliadas con el Gobierno, frente a lo que observan como una operación salvaje por parte del juez.
1 comentario
Para mi,lo dije antes que asumieran,son fachistas actuales.