Antes la dictadura militar, hoy la democracia CEO con una estafa electoral, el neoliberalismo le impone a la sociedad argentina una brutal pérdida de bienestar y derechos. Pero la alianza oficialista todavía cuenta con apoyo electoral considerable. Esta realidad plantea desafíos electorales y políticos que no serán superados sin el diagnóstico correcto y una estrategia frentista y abarcadora.
El cambio del proyecto político sentenciado el 22 de noviembre de 2015 por la vía electoral significó el renacimiento del proyecto neoliberal conservador en absoluta oposición con el modelo anterior, en todos sus niveles y ámbitos que se lo considere: político, geopolítico, cultural, económico, y -claro- histórico…
¿Por qué incluir incluso a la historia en este análisis? Porque a la luz de los resultados obtenidos, el modelo neoliberal conservador de hoy reestableció las viejas reglas económicas impuestas durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983). Los dictadores y sus ideólogos civiles (ejecutivos en su gran mayoría de los grupos económicos más concentrados o representantes de la banca financiera internacional) no hicieron desde aquél nefasto 24 de marzo de 1976 otra cosa que dar el poder absoluto de decisión sobre todas las políticas públicas a aquellos sectores económicos privilegiados/acomodados en perjuicio de los sectores más postergados y desprotegidos.
Por eso abordamos este análisis como una continuidad histórica de aquél “Proceso de Reorganización Nacional” con que esa dictadura se autodenominó sin ironía en cuanto a lo de “reorganización” pero cuestionable desde lo “nacional”: porque reorganizó todo un país a sangre y fuego pero a favor de los intereses antinacionales. Y desde fines de 2015 el accionar de esos mismos sectores económicos de poder vienen realizando una transformación en esa dirección–claramente involutiva, degradante para la gran mayoría de los argentinos- pero esta vez desde el Estado democrático.
Así como en el “Proceso” dictatorial se enfocó en destruir todo lo posible lo construido por el primer peronismo –ferrocarriles, industria naval, flota naval, independencia económica, derechos laborales, industria nacional en general-, el presente “proceso” de origen indiscutidamente democrático pero convertido en una estafa electoral ejecuta un constante y sistemático deterioro de los derechos conquistados en los 12 años anteriores por trabajadores, pequeños y medianos empresarios, profesionales, sectores trabajadores, científicos, jubilados…
Pero la realidad marca también que a pesar de que Cambiemos convirtió en una parodia sus promesas de aquella campaña de 2015 (mayor integración internacional, creación de empleo, reactivación económica y Pobreza Cero), la alianza oficialista todavía cuenta con niveles de apoyo popular en porciones más pequeñas, pero concretos. Y una parte de ese respaldo lo integran votantes que en su momento fueron protagonistas (y directos beneficiarios) de las principales transformaciones de nuestro país impulsadas desde el campo nacional y popular, como la mejora en la distribución del ingreso.
La pregunta que surge entonces es, ¿por qué desde el campo nacional y popular no logramos representar con eficacia a muchos de esos sectores que apoyan al gobierno y sin embargo están entre los más perjudicados por este modelo neoliberal?
Negar esa realidad o, peor aún, enojarse con ella, sólo demorará la construcción de un nuevo proyecto político con visión frentista que tenga como Sur la representación y defensa de los sectores más vulnerables.
Construir ese espacio requiere una oposición inteligente, sin sectarismos, con vocación de unidad y con la decisión política de hacer una verdadera integración generacional, contemplando que el 60% de nuestra población tiene argentinos y argentinas con 40 años o menos.
Concentrar exclusivamente los esfuerzos en describir la realidad, sin discutir simultáneamente (con organización y método) los ejes y lineamientos programáticos que pueda ofrecer las bases de un nuevo contrato entre la sociedad y la política no dará frutos.
Por estos motivos las políticas de ajuste y pobreza que está llevando adelante el actual gobierno nos obliga a redoblar nuestros esfuerzos como militantes para interpelar a una sociedad moderna que nos exige el desarrollo y la utilización de nuevos canales de abordaje.
Por ese camino debemos enfocarnos desde el campo nacional y popular con la urgente e impostergable necesidad de lograr en el camino la tan demorada unidad en la acción y concepción de un proyecto que vuelva a colocar a la política y la economía al servicio de los más postergados de nuestra nación. Al servicio de los intereses nacionales, que son los de las mayorías.
*Economista. Integrante del equipo económico del Peronismo Bonaerense. Secretario de Industria de Florencio Varela