Hace dos semanas, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, había prometido que en 48 horas el ministro de Finanzas, Luis Caputo, se presentaría en el Congreso para brindar explicaciones sobre sus cuentas offshore y su papel en paraísos fiscales. Sin embargo, eso no ocurrió y recién mañana, 15 días después de aquella promesa, el funcionario estará frente a frente a los legisladores de la Comisión Bicameral encargada de controlar la deuda externa.
A lo largo de estas dos semanas, Caputo se dedicó a estudiar las respuestas que ofrecerá, sabiendo que lo van a esperan con duras preguntas y documentos que él deberá contestar y justificar.
Se estima que las preguntas y cuestionamientos que recibirá el ministro irán desde la toma de deuda externa, hasta su vinculación con fondos y sociedades radicadas en paraísos fiscales, un tema sobre el que insiste en particular el kirchnerismo.
En esa dirección, algunas de las preguntas más filosas estarán a cargo del diputado Rodolfo Tailhade, algo así como el referente a la hora de avanzar con denuncias judiciales contra el Gobierno, mientras que su compañero de bloque, el ex ministro de Economía Axel Kicillof, se concentrará en cuestionar la política de endeudamiento, sobre la base de que en 2017 la deuda externa creció 52 mil millones de dólares, un 28 % según el INDEC.
Al asumir como funcionario, Caputo omitió declarar que fue accionista de sociedades offshore creadas para administrar cientos de millones de dólares en paraísos fiscales. Pero el equipo argentino de Paradise Papers, reveló que fue “fundador”, “dueño indirecto” y “accionista indirecto” de la gerenciadora Noctua y titular de las acciones de otra sociedad en las Islas Caimán.
Caputo asegura que “nunca” fue “propietario ni accionista de Noctua ni de Princess”, pero la propia empresa informó lo contrario ante las autoridades de los Estados Unidos, donde opera. Fuentes oficiales dejaron trascender que su defensa apuntaría a alegar que fue “fiduciario” de un tercero. Se trata de una figura creada en paraísos fiscales para legalizar al prestanombre o testaferro. De todas maneras, sería una versión tan riesgosa como admitir que las ocultó al Estado.