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22 noviembre, 2024
PAÍS

El “cambio” del ministro que sobrevivió al cambio de gobierno ¿En qué te has convertido, Lino Barañao?

Lino Barañao, el único ministro que sobrevivió al cambio de gobierno, se adaptó a los tiempos de “cambio”. Tanto, que a pesar de ser el responsable de la cartera de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, ha decidido dejar de lado su propia historia como un reconocido científico, para promover ahora las pseudociencias y los llamados “saberes ocultos”. En otras palabras, mientras se reduce el presupuesto para la ciencia, fomenta actividades relacionadas al universo esotérico.

Semanas atrás, el propio Barañao autorizó la presentación, en el Centro Cultural de la Ciencia (C3,) de un encuentro para “compartir una reflexión sobre ciencia y espiritualidad”. Los oradores fueron Ana María Llamazares, una antropóloga chamanizada después de una experiencia personal, y el doctor Fernando Pitossi, un bioquímico que coordina grupos de meditación. Ambos son investigadores del CONICET, lo cual puede brindar la falsa imagen de que se trata de actividades científicas.

Los dos integran la cartilla de prestadores de servicios espirituales de la Fundación Columbia de Conciencia y Energía, una institución privada “dedicada a dictar cursos para el desarrollo personal y espiritual” y a “difundir, investigar y enseñar diversos caminos para la transformación personal y la expansión de la Conciencia” ubicada en el barrio de Palermo.

La Fundación fue creada en 2011 por Santiago Ardissone, presidente del Banco Columbia en Argentina, quien en 2001 “comenzó un camino espiritual incursionando en la meditación y luego en el estudio de la técnica del Vortex Healing“. De acuerdo a su web, el organismo está abocado a “difundir, investigar y enseñar diversos caminos para la transformación personal y la expansión de la conciencia”, y tiene por objetivo ser un centro de referencia en estudios y prácticas corporales, mentales y espirituales, en el cual las personas puedan “aprender y vivenciar, investigar y aplicar diferentes conocimientos y técnicas ancestrales y contemporáneas”.

“¿Puede la Ciencia ayudar a validar los antiguos saberes de las tradiciones espirituales? ¿Puede la Espiritualidad ofrecerle a la Ciencia nuevos espacios de indagación, que hoy no está alcanzando? ¿Y puede, en el camino, enriquecerse el acervo de ambas?”, se leía en el anuncio publicado en las redes sociales y en la página web de la Fundación Columbia. La Ciencia (así, con mayúsculas) que ayudaría a validar las arcanas tradiciones espirituales estaba representada por el ministro Barañao, y por el lugar: la sede del C3. El ministro faltó a la cita, pero el espacio ya validaba los contenidos del encuentro.

Así, la Fundación entraba de lleno en el símbolo de la institucionalidad científica, encarnado por Lino Barañao, único ministro del kirchnerismo que mantuvo su puesto al asumir Mauricio Macri, en 2015.

En 2007, Barañao fue nombrado ministro de Ciencia y Tecnología del gobierno de Cristina Kirchner. Durante su gestión demostró su capacidad para controlar el desarrollo de grandes transformaciones: inauguró la monumental Tecnópolis, la nueva sede del CONICET, el parque de Ciencia y Tecnología y el Polo Científico Tecnológico. Fue la obra de infraestructura en ciencia más importante de la Argentina en los pasados cincuenta años.

Pero hoy Barañao parece otro. En diciembre de 2016, el gobierno anunció la expulsión del 60 % de becarios del CONICET del sistema científico. Mientras dedica su tiempo a unir ciencia y espiritualidad y a relacionarse con un banquero millonario, el vaciamiento del CONICET profundiza la misma política con la quita de vacantes para ingresos en la Carrera de Investigador Científico (CIC), becas doctorales y postdoctorales y subsidios. Así, recursos humanos altamente calificados formados con esfuerzo y recursos públicos quedan fuera del sistema.  El achique movilizó a científicos, estudiantes, docentes y público sensible a medidas percibidas como el más despiadado ataque a la ciencia argentina en años.

En tanto, el Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA repudió el evento llamado “Ciencia y Espiritualidad”, y le reclamó al ministro una disculpa pública por promover pseudociencias, y que en el futuro “se abstenga de asociarse con personas o instituciones que promuevan este tipo de actividades“.

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