“Costo político, ¡las pelotas!”. Con una mezcla de enojo y soberbia, esa fue la primera reacción de Mauricio Macri cuando ayer el Senado convertía en ley el proyecto que colocaba un freno a los tarifazos. Algo no habitual en él, siguió las alternativas del debate por TV hasta bien entrada la madrugada, y fue ahí cuando experimentó el agrio sabor de la contundente derrota que acababa de recibir.
Por eso mismo, y siguiendo el consejo de su auténtica “mesa chica” (Marcos Peña, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta), el presidente decidió que no era momento de transmitir debilidad y quedarse llorando en los rincones: el primer paso de esa estrategia fue firmar el veto a la flamante norma y atacar al peronismo, para que ante la opinión pública sean los opositores los verdaderos ‘malos de la película’.
Esa táctica tendrá un segundo escalón a través del inminente acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en la desesperada búsqueda de que la economía empiece a experimentar alguna mejora en el último trimestre del año, después de una seguidilla de meses con datos negativos.
Según revela hoy el periodista Marcelo Bonelli en Clarín, el convenio técnico se elevará al directorio del Fondo para su aprobación antes del 14 de julio. Y para que no queden dudas sobre los tiempos que se avecinan, precisa que su texto viene duro e incluye un ajuste estimado en unos $ 200.000 millones.
Algo más: también prevé medidas antipáticas, como eliminar regímenes jubilatorios especiales y ciertos derechos laborales adquiridos en el Estado, podar todo personal contratado y el traslado a las provincias de muchos gastos, entre ellos el Fondo Docente, mientras que el ajuste incluye desacelerar la obra pública, algo que se instrumentará junto a una polémica medida para la industria: una absoluta flexibilidad para facilitar las importaciones, con la idea de controlar precios.
Y para completar, también se negocia en secreto un importante cambio en las Lebac: en una sugerencia clave y concreta del FMI, el compromiso sería canjear este monumental déficit cuasi fiscal -con vencimiento a 30 días-, por bonos que tengan un año de plazo.
Mientras tanto, Marcos Peña conduce una especie de “operativo retorno”, después del traspié sufrido con la ley anti tarifazos: reconocer que la actualidad es dura y compleja, pero prometer un futuro mejor para fin de año. Una de las ideas es retomar la estrategia ideada por Durán Barba con aquello de “El segundo semestre”, “lo peor ya pasó” y otros eslóganes sobre el porvenir.
1 comentario
Sí claro, el “segundo semestre”, “la luz al final del túnel”, “los brotes verdes”, “lo peor ya pasó”.
¿Este gobierno todavía no se dió cuenta que ya está acabado y que ya nadie se traga sus mentiras??? sólo los idiotas del núcleo duro que lo apoyan le siguen creyendo.
Pero en la calle hay ya un país entero que pide a gritos que se vayan, ¡VÁYANSE!!!