La derrota con Croacia que dejó a la Selección argentina con un pie afuera del Mundial caló hondo en el Gobierno, por lo que reconocen que la posible eliminación del Mundial de Rusia afectará negativamente en el humor social.
Por eso mismo, para el crucial partido del martes frente a Nigeria, en los despachos de la Casa Rosada cruzarán los dedos, prenderán velas y rezarán a cuanto santo exista, porque saben que la despedida del seleccionado podría deprimir todavía más el ánimo de una sociedad que sufre en carne propia los golpes de una situación económica negativa que no da tregua.
En un contexto de devaluación, desempleo e inflación sin control, los funcionarios macristas les ponen un plus ideológico a las ganas de que la Selección gane su próximo compromiso. “Estoy recaliente. Esto no apura el clima de campaña, pero sí empeora el humor general”, admitió en las últimas horas un asesor presidencial.
Hasta hace 40 días, Macri tenía agendado ver en vivo el debut de Argentina contra Islandia, el siguiente partido contra Croacia, y la final en el estadio Olímpico de Moscú. Pero la racha de tarifazos, corrida bancaria y devaluación del 40 % terminó cambiando sus planes.
Antes de que la crisis económica pusiera en evidencia la fragilidad del Gobierno, Cambiemos proyectaba un escenario triunfalista para después del Mundial: arrancar veladamente con el clima de campaña, teniendo en cuenta que por aquellos días, el presidente y su círculo más cercano daban por descontada la reelección en 2019.
Está claro que una posible eliminación de la selección no contribuye para nada a recrear expectativas positivas en un momento que el Gobierno cree haber empezado a dejar atrás la crisis del dólar, pero se mantiene una situación delicada en la que, por el ajuste, empiezan a golpear señales de un mayor costo social, como la fuerte suba del desempleo conocida este jueves.
Y en este contexto, hay un detalle no menor: Mauricio Macri es un dirigente que proviene del fútbol y estuvo directamente involucrado en la construcción de la nueva conducción de la AFA, en la que bloqueó el arribo de Marcelo Tinelli y terminó arribando a una solución de compromiso con Chiqui Tapia, que incluyó en la conducción a su sucesor en Boca y amigo personal, Daniel Angelici.