“Mauricio, perdón, pero alguien te lo tenía que decir: ya llevamos dos años y medio, y vos mismo te darás cuenta que algo está fallando. Vos podrás putear contra las encuestas, pero está claro que tu mensaje ‘buena onda’ no le llega a la gente”.
Así, descarnadamente, uno de los hombres de mayor confianza de Macri se lo transmitió días atrás, según confió uno de los privilegiados testigos de ese momento. Después de unos segundos en los que un tenso silencio invadió el lugar, el presidente sólo dijo: “Lo voy a pensar”. Acto seguido, abandonó la oficina con rumbo desconocido.
En los despachos oficiales reconocen que los recientes discursos que encendieron las luces de alerta fueron los que brindó en la sede de la Came, donde no logró comunicar bien las medidas para las Pymes, en un momento en el que no sobran precisamente las buenas noticias, y en Entre Ríos, donde una vez más dijo que “esta vez la Argentina va a cumplir”.
En el propio macrismo admiten que el estilo motivacional, más acorde a un pastor evangélico que a un presidente en medio de una crisis, puede ser útil en tiempos de campaña electoral, pero que, a la luz de los resultados, no logra tranquilizar a los mercados, por la simple y sencilla razón de que no genera confianza.
El resultado se refleja en un dólar que roza los 30 pesos, a pesar de las medidas que, más como manotazos de ahogado que como una política pensada, adoptó el Gobierno en las últimas semanas, como la vuelta al FMI, cambios en el gabinete y la exagerada celebración tras la calificación de Argentina como mercado emergente.
Es más, en el Gobierno advierten con consternación que los canales de televisión, incluso los más oficialistas, ya no transmiten a Macri en directo cuando habla desde algún acto. Y saben que la explicación es que no ofrece definiciones concretas, más allá de palabras de optimismo, buenos deseos y esperanza. Y eso es justamente lo que cuestiona el mercado, que espera medidas concretas cada vez que habla el presidente, y únicamente se lleva frases hechas.
Por eso mismo, es que en este contexto, en Cambiemos advierten que la voz de Macri como única herramienta para aquietar las aguas, evidentemente ya no alcanza.