Atrás quedaron las sonrisas que acompañaban todas y cada una de sus sorprendentes declaraciones. Atrás quedaron aquellas justificaciones de “y bueno, ella es así”. Por eso, hoy son cada vez más los funcionarios del Gobierno nacional que no sólo llegan a la conclusión de que Elisa Carrió traspasa delicados límites, sino que se plantean seriamente cuál es el estado de salud mental de quien obtuvo la mitad de los votos en las legislativas de octubre en Capital Federal.
Las constantes provocaciones, sumadas a histriónicas imágenes de la diputada con una beba de plástico –a la que bautizó como “Republiquita-, o acostada debajo de un automóvil, se sumaban a expresiones que una y otra vez rozan el mal gusto.
Pero para quienes están cerca de Carrió, todo cambió cuando se encontró el cuerpo sin vida de Santiago Maldonado y lo comparó con Walt Disney, en referencia a la leyenda urbana de que sus restos fueron congelados. Días antes había lanzado que “hay un 20 por ciento de posibilidades que este chico esté en Chile”.
Pero el colmo de la tolerancia hacia la legisladora se quebró cuando en la mesa de Mirtha Legrand interrumpió a Carlos Zavalla, primer comandante del submarino ARA San Juan mientras hablaba sobre la muerte de su hijo, para decir, muy risueña: “Ah, mi ambición es que hagan arroz con champiñones en mi velorio”.
“Lilita no está en su eje”, dicen cada vez con mayor insistencia en Cambiemos. Y no falta quien va más allá y destaca que “es evidente que Carrió tiene un trastorno personal; la omnipotencia la domina y a veces dice cosas fuera de lugar, sin dimensionar el impacto que esas palabras tienen”.
Esa preocupación se traslada al terreno político, y en el oficialismo muchos se preguntan si la incontinencia verbal de la diputada no se terminará convirtiendo, más temprano que tarde, en un arma de doble filo, porque cada vez que abre la boca amenaza con resquebrajar los vínculos que intenta enhebrar el Gobierno con la oposición parlamentaria.
Los ejemplos más recientes: furiosa por la aprobación del proyecto sobre despenalización del aborto en Diputados, y haciendo denodados esfuerzos por ganar protagonismo, amenazó a sus pares de bancada, y mientras se retiraba del recinto, gritó: “A todo Cambiemos, ¡la próxima rompo!”.
Y esta semana lanzó su recomendación dirigida a la clase media y media-alta, para que entregue propinas, como una manera de poner un freno a la crisis económica.
Durante una cena destinada a recaudar fondos para el instituto Hannah Arendt, que ella preside, Carrió trazó un perfil sobre ella misma: “A mí me matan y después me aman. Cuando me aman, duermo, y cuando me matan también duermo porque si no, me acosan. Tenemos una relación fluctuante de amor y de reconocimientos. Después se enojan conmigo, estoy loca, dejo de estar loca, soy la más lúcida, la menos lúcida, la más gorda. Se dice de mí. Pero he tenido el reconocimiento y el respaldo de millones de argentinos aunque no me voten”.
1 comentario
PUEDE HACER UN DUO CON JUAN ACOSTA .
HERMOSOS EJEMPLARES DE ESTOS TIEMPOS JA JA JA