Por 38 votos a 31, el Senado rechazó esta madrugada el proyecto de ley de “interrupción voluntaria del embarazo”, y cerró de esta manera la puerta a la posibilidad de que Argentina se sume al grupo de países que han legalizado el aborto.
El resultado de la votación -que se produjo poco antes de las 3 de hoy- terminó por confirmar la fuerte resistencia que la iniciativa aprobada por Diputados el pasado 14 de junio venía acumulando en la Cámara alta, y que se fue profundizando en las últimas dos semanas, cuando el rechazo fortaleció su mayoría.
Los cuatro meses que duró el debate en las dos cámaras, dejaron al descubierto que la legalización del aborto atraviesa de manera transversal a casi todos los bloques políticos, acompañadas por una multitud en las calles.
Después de la aprobación en Diputados, la presión de sectores conservadores políticos y religiosos logró primero imprimirle al tratamiento un ritmo más lento, y después ir sumando voluntades al rechazo con el correr de las semanas.
El sector más golpeado por esta nueva grieta fue el oficialismo, teniendo en cuenta que Cambiemos atravesó el debate en medio de reproches cruzados entre sus legisladores y cuestionamientos a Mauricio Macri por haber habilitado el debate de un tema por demás urticante.
Así, el radicalismo se terminó posicionando como el bloque que, proporcionalmente, más votos sumó al rechazo: 9 sobre 12. El PRO aportó otros 5 en contra y 4 a favor. Contando a todos sus integrantes, Cambiemos sumó 17 votos en contra y sólo 8 a favor. El Interbloque Argentina Federal, que conduce Migel Ángel Pichetto, acumuló 12 votos a favor, 11 en contra y una abstención, del santafesino Omar Perotti. El Frente para la Victoria-PJ fue el que más votos sumó a favor: 8 sobre 9, incluida la ex presidenta Cristina Kirchner.
En tanto, el Interbloque Federal aportó 3 votos en contra, 1 a favor y una abstención, de la neuquina Lucila Crexell. El resto de los bloques, más pequeños, se inclinaron mayoritariamente por el rechazo. La excepción fueron Fernando “Pino” Solanas y Magdalena Odarda, fervientes impulsores de la legalización.