Por Alfredo Silletta. El presidente Mauricio Macri advirtió en la entrevista de CNN que hay que retirar el nombre de Néstor Kirchner de monumentos, calles y edificios públicos:”Nunca tuvo sentido, porque ellos ejercieron sus mayorías y su prepotencia para hacerlo. Acá se hizo algo que nunca en la Argentina había sucedido, una vez más, atropellando. El cambio de nombre del CCK está en debate. Yo creo que eso va a suceder; ya está empezando a suceder en distintos lugares de la Argentina, así que eso es cuestión de tiempo”.
El gobierno decidió un ataque masivo hacia la figura del ex presidente para hacerlo desaparecer de la faz de la tierra. La orden es concreta: hay que deskirchnerizar el país y que la gente se olvide de aquel ex presidente que sacó al país del caos, que rompió con el FMI y trabajo por la unidad latinoamericana.
El macrismo que desprecia la historia, de allí que sacó a los héroes de la Patria de los billetes para poner animales, no entiende que ese odio ya sucedió hace 70 con la Revolución Libertadora y el peronismo. Aquel experimento no funcionó.
El general Pedro Eugenio Aramburu decidió en 1955 terminar con el peronismo para siempre. Primero anuló la constitución de 1949, intervino la CGT, inhabilita a más de 150.000 delegados de fábricas y se encarcelaron a cientos de dirigentes del peronismo. El país se convirtió en una gran cárcel y se crearon comisiones especiales para “detectar” crímenes peronistas, muy parecido a lo actuales por el juez Bonadio contra el kircherismo.
Para terminar con la resistencia peronista se firmó el decreto 4.161 que prohibió el funcionamiento del partido peronista y toda exhibición de símbolos referidos al peronismo:
“La utilización, con fines de afirmación ideológica peronista, efectuada públicamente, o de propaganda peronista, por cualquier persona, ya se trate de individuos aislados, grupos de individuos, asociaciones, sindicatos, partidos políticos, sociedades, personas jurídicas, públicas o privadas, de las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas, artículos y obras artísticas, que pretendan tal carácter (…) Se considerará especialmente violatoria de esta disposición la utilización de la fotografía, retrato o escultura de los funcionarios peronistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente depuesto, el de sus parientes, las expresiones peronismo, peronista, justicialismo, justicialista, tercera posición, P.P., las fechas exaltadas por el régimen depuesto, las composiciones musicales denominadas Marcha de los muchachos peronistas y Evita capitana o fragmentos de las mismas, la obra La razón de mi vida o fragmentos de la misma, y los discursos del presidente depuesto y de su esposa o fragmentos de los mismos (…)
Se imputaron a Perón todo tipo de crímenes políticos y morales. Se exhibió el vestuario de Evita, sus supuestas joyas, su ropa interior y más de 500 zapatos de Perón. Se intentó mostrar al pueblo la opulencia del matrimonio y durante años se acusó a Perón de vivir con el “oro del Banco Central” y abusar de las chicas de la UES.
Destruyeron la Fundación Eva Perón que alimentaba a más de 11.000 niños bajo el argumento “que consta de observar que el vestuario de los niños es cambiado cada seis meses y que en las comidas se incluye ave y pescado, por lo que desde el punto de vista republicano y material es suntuoso, excesivo y no se ajusta a la formación austera de los niños”.
Se ordenó la disolución de la Fundación Eva Perón y se quemaron toneladas de vestimentas, ropa de cama, instrumentos quirúrgicos y todo lo que llevara el sello de la Fundación, incluso pulmotores en momentos que Buenos Aires padecía de una epidemia de poliomielitis.
Perón dirá desde el exilio en Caracas: “Han destrozado a martillazos un sinnúmero de pulmotores y puesto fuego en una inmensa montaña de colchones, sabanas, almohadas, etcétera, hasta convertirlos en una pira impresionante, so pretexto de llevar cada prenda, sobreimpresas el sello de la entidad, o sea de la Fundación, dejando al grueso de la población desprovista de las mas elementales defensas sanitarias.”
Como si fuera poco se robaron el cadáver de Evita durante 17 años.
Desde hace un tiempo los medios hegemónicos quieren hacer desaparecer cada monumento, calle o edificio que lleve el nombre de Néstor Kirchner. El máximo galardón del gorilaje es retirar el nombre de Centro Cultural Kirchner (CCK). Ya hay varios proyectos en el Congreso para cambiar el nombre del ex presidente al que desde Cambiemos llaman “corrupto” cuando no hay una sola condena contra Kirchner. Mientras tanto, ya aparecieron ataques con martillazos contra bustos del ex mandatario.
Es el odio de la derecha, de los sectores de poder que no soportaron hace 70 años atrás que los trabajadores tuvieran derechos, aguinaldo, salud y vacaciones en Mar del Plata. Hoy pasa lo mismo. La derecha no soportó que hubiera asignación universal por hijo, remedios gratis para los jubilados, paritarias en alta, expropiación de las AFJP y recuperación de Aerolíneas e YPF y ruptura con el FMI.
Podrán romper a martillazos todos los monumentos y bustos de Néstor Kirchner o meter presa a Cristina Kirchner pero la gente no lo olvidará como nunca olvidaron a Perón y Evita.
Hoy, cuando la derecha parece que controla toda América Latina, cuando parece lejano aquel sueño de la Patria Grande, hay que recordar a Carlos Marx en El 18 Brumario, cuando decía que las revoluciones son como un topo. El topo de la Historia, que a veces desaparece, porque el topo va por debajo de la tierra. Pero nunca aparece para atrás, siempre va para adelante. Entonces hay que tener esperanzas de que el topo volverá y llegará el fin de este gobierno brutal de ajuste, hambre y miseria.