“Sin Cambiemos en el Gobierno, esta tormenta hubiese destruido hasta el último cimiento de la Argentina como pasó en 2001”. Con estas palabras, Mauricio Macri no sólo retomó su rol de meteorólogo, sino que intentó mostrar fortaleza después de lo que fueron los cimbronazos económicos y financieros que sacudieron a su administración.
Fue esta tarde en el Centro Cultural Kirchner, donde en una arenga más parecida a la que puede pronunciar un pastor evangélico que al mensaje de un presidente, Macri le habló a su tropa, en el marco de una reunión de gabinete ampliado que concentró a unos mil funcionarios y legisladores de la alianza gobernante.
Durante el discurso, defendió su gestión y, anque admitió que el gobierno “cometió errores propios”, reiteró que la crisis de los últimos meses “fue el resultado de una crisis externa imprevista”.
Para el presidente, no se repitió lo ocurrido en 2001 “porque hoy tenemos un Gobierno con una convicción clara y que tiene un vínculo muy fuerte con el mundo”. Agregó que “nunca en su historia la Argentina ha tenido este nivel de apoyo político de los principales países del mundo”, y que “eso se va a ratificar nuevamente en noviembre, cuando llegue el G-20”.
Y enfatizó que “el mundo dijo que la Argentina es un país estratégico para los valores que queremos en el mundo, es un faro en América latina que tenemos que fortalecer”. También señaló que “es algo que tiene que decidir esta sociedad, es un momento de quiebre de los últimos setenta años”. En ese sentido agregó que “estamos yendo hacia el futuro, hacia un futuro mejor para todos los argentinos, así que a levantarse, a trabajar y a transmitir eso”.
En tanto, y a pocas horas de recibir a los gobernadores, aprovechó el escenario para exteriorizar su expectativa de “que se logre aprobar el Presupuesto y un nuevo acuerdo con el Fondo (Monetario Internacional)” ya que “eso va a dar una plataforma de estabilidad para empezar de vuelta un camino de crecimiento”.