“Vamos a preservar a Mauricio únicamente para las batallas que valgan la pena”. Así, descarnadamente, un hombre muy cercano a Macri resumía por estas horas el estado de ánimo imperante en la Casa Rosada, a propósito de lo que, ya descuentan, será una seguidilla de derrotas electorales en distintas provincias a lo largo de los próximos meses.
De esta manera, la columna vertebral que dominará la postura que pondrá sobre la mesa el Gobierno, sería algo así como “los triunfos son nuestros, las derrotas son ajenas”.
Neuquén, Río Negro y Chubut. Pero también Córdoba, Santa Fe y Tucumán, además de San Juan, Entre Ríos y La Pampa: éstas serán las primeras nueve provincias que marcarán la temperatura electoral en la primera mitad del año y que, mal que le pese al Gobierno, van a traducirse en una inevitable “cadena de fracasos” para Cambiemos en la mayoría de esos distritos que elegirán gobernador y legisladores provinciales.
Quienes rodean al presidente reconocen que el pronóstico está lejos del optimismo, teniendo en cuenta que las encuestas ya marcan una tendencia irreversible y contraria para las expectativas de la alianza gobernante.
Por eso, la orden que bajó desde el bunker del jefe de Gabinete, Marcos Peña, a cargo del equipo de campaña, es que la prioridad será cuidar la imagen de Macri, y no exponerlo innecesariamente en apoyar públicamente a candidatos que, de antemano, los sabe derrotados.
El punto de partida será el próximo domingo, en Neuquén, hacia donde no viajarán para el tramo final de la campaña ni el presidente ni ninguna otra figura del oficialismo, ante lo que será un cómodo tercer lugar por parte de Horacio “Pechi” Quiroga, el candidato del Gobierno, frente al kirchnerista Ramón Rioseco y el actual gobernador Omar Gutiérrez, del Movimiento Popular Neuquino (MPN), quien va por su reelección.
Para colmo, al otro día el Consejo Nacional del PRO tendrá su cumbre en el predio de Parque Norte, y ahí se comprobará de qué manera el masazo que reciban en la provincia patagónica, impactará en esa fuerza. Por las dudas, el jefe de Estado ya anunció que no será de la partida, por lo que dejará expuestos a algunos de los principales referentes del macrismo.
Por eso mismo, algunos con un cierto aire de malicia, recordaron cuando allá por 2001 el entonces presidente Fernando De la Rúa, tras la aplastante derrota legislativa sufrida por la Alianza, explicaba que en virtud de que él no se había presentado como candidato, por lo tanto los resultados adversos recaían sobre las espaldas de quienes sí figuraban en las boletas.
De ahí que el Gobierno va a quemar las últimas naves, en un contexto político, económico y social que no le es precisamente favorable, y Macri recién reaparecerá para dar la cara antes de comicios claves como los de Córdoba, Santa Fe, Mendoza, Corrientes y La Rioja, donde se jugará parte de su futuro inmediato en busca de la reelección.
En tanto, desde el radicalismo, de dónde proviene la amplia mayoría de los candidatos de Cambiemos en esas nueve provincias, reconocen en que la jugada de adelantamiento de las elecciones por parte de los gobernadores los perjudicó, teniendo en cuenta que la gente votará en medio de la recesión y, por lo tanto, la lógica indica que exteriorizará en las urnas su malestar por la brutal crisis económica.