Tuvieron que pasar tres años y medio para que recién ahora, a pocos meses de las elecciones, Mauricio Macri muestre un intento de reacción tardío, ante una brutal crisis que más temprano que tarde se lo llevará puesto. Queda claro que gran parte de la ciudadanía ya le quitó el voto de confianza que le había entregado más por odio hacia el anterior gobierno que por convicción hacia las supuestas bondades de un gobierno que siempre le dio la espalda a la gente.
Por eso, en los despachos de la Casa Rosada, con un aire que transmite mucha más resignación que un forzado optimismo, ya están reconociendo que más allá de los anuncios de ayer, no hay margen para imaginar un súbito apoyo de la población hacia una batería de medidas improvisadas que sólo demuestran ser un burdo y débil parche que supuestamente buscan ese alivio que en las últimas tanto machacaron en sus discursos Mauricio Macri y sus ministros.
Y para que no queden dudas sobre lo que ocurre cuando un Gobierno actúa obligado por las circunstancias y deja de lado sus “principios”, traicionándose a sí mismo, es que ninguna de las partes firmantes del endeble acuerdo de precios cree en su éxito, a pesar de que Nicolás Dujovne fue “un pacto entre caballeros”.
Tanto es así, que ayer mismo, minutos después de los anuncios, el indicador del Riesgo País elaborado por el JP Morgan volvió a dispararse y marcar un nuevo récord de la gestión de Cambiemos: con 835 puntos básicos, ese índice subió un 4,1% para la Argentina.
Mientras tanto, la pregunta que circula cerca del presidente es si los empresarios están dispuestos a colaborar por seis meses en una medida de meramente electoral, y más teniendo en cuenta que todo el mundo sabe que se está en presencia de una reacción que se impulsa sin la más mínima convicción para llevarla adelante.
Y en este escenario de desconfianza y descreimiento, la imagen de un Macri cada vez más debilitado, sigue en caída libre, y todavía no llegó a su piso. Se sabe que la inflación seguirá gozando de “buena salud” por mucho tiempo, más allá de la puesta en escena de supuestos “precios cuidados”.
Este manotazo de ahogado no hace más que demostrar que un gobierno que refleja ineptitud y navega en las aguas de las dudas y la incertidumbre, no está en condiciones de revertir las expectativas, tanto en propios como en ajenos.
De ahí que una de las más preocupadas por este escenario no precisamente alentador es la gobernadora María Eugenia Vidal que, arrastrada por el efecto negativo que día a día profundiza la gestión de Macri, sabe que su reelección pende de un hilo.