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23 noviembre, 2024
PAÍS

Alberto busca ganar con el 55 %, para dominar el Congreso y negociar mejor con gremios y empresarios

El número soñado: 55. Ese es el porcentaje que Alberto Fernández espera alcanzar en las elecciones del 27 de octubre, y convertirse así en el presidente más votado desde el retorno de la democracia en 1983.

¿Por qué esa cifra? Cerca del candidato del Frente de Todos sostienen que en caso de alcanzar el 55 % de los votos, tendrá un camino despejado a la hora de acordar un consenso social que días atrás le planteó a los dirigentes de la Unión Industrial Argentina (UIA) y la CGT.

Además de representar un punto más que el récord que alcanzó Cristina Kirchner en los comicios de 2011, en el entorno de Alberto calculan que si se llega a ese porcentaje, contaría con una más que decisiva base para lograr un control casi pleno en el Congreso, ya que podría garantizarse quórum propio en el Senado, aunque no le alcanzaría en la Cámara de Diputados.

Es sabido que las provincias grandes son las que eligen más diputados, y por lo tanto necesita crecer en Buenos Aires, Córdoba y la Capital, distritos donde Fernández está haciendo foco en la campaña que recién arranca.

“Sólo si sumamos poder político vamos a lograr un consenso social con los actores de peso y eso tiene tres patas: muchos votos en las urnas, un apoyo explícito de los gobernadores y un control pleno del Congreso”, resumen cerca del candidato presidencial.

Diferencian el acuerdo multisectorial de 2002, liderado por el interino Eduardo Duhalde, porque “fue implícito, con un pedido de la sociedad ante la crisis. Esta vez debe ser explícito y sólo será posible coordinarlo con poder político”, explican.

Los objetivos son ambiciosos: lograr que los empresarios no remarquen los precios mayoristas, los sindicatos no exijan aumentos salariales impagables y, tal vez lo más complejo, que los operadores financieros no migren al dólar si el Banco Central baja las tasas.

La presencia de los gobernadores e intendentes del conurbano será permanente en la campaña y, de ganar, en los primeros meses de gestión, una forma de exhibir el control político de casi todo el territorio.

Tanto es así que los albertistas especulan con un control local de los planes sociales, o sea, una menor presencia de organizaciones sociales intermediando.

Entre ellos ya respiran poder y hasta compiten por ser el que más votos le consiga a Alberto y pueda considerarse con más autoridad para participar de las decisiones y los repartos de cargos en diciembre.

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