Por estas horas, a 40 días de las elecciones, el Gobierno nacional está dividido en dos grupos: por un lado, están quienes sostiene que revertir el demoledor resultado de las PASO para el oficialismo es prácticamente imposible, y que lo mejor es poner todos los esfuerzos en llevar adelante una transición ordenada hasta el 10 de diciembre para entregarle el mando de la mejor manera posible a Alberto Fernández. Y por otro lado, aparecen los que piden apuntalar la campaña de cara a octubre, y dar la batalla convencidos de que se puede forzar un balotaje.
Los números finales de lo que pasó el 11 de agosto en las internas, muestran que la diferencia que le sacó Alberto Fernández a Mauricio Macri se amplió respecto a las cifras del conteo provisorio y llegó a 16,56 puntos. Pero además, esa brecha oficial dejó marcado un desafío: si el candidato del Frente de Todos mantiene su performance, el presidente tendría que sumar a razón de 18.602 votos por día para forzar un balotaje.
Pero, claro, si el compañero de fórmula de Cristina Kirchner no pierde votos, la posibilidad de llegar a un balotaje sería nula. En otras palabras, tendría que darse una combinación de factores muy improbable para que eso ocurra sin que el ex jefe de Gabinete kirchnerista ceda sufragios. Por ejemplo, participación récord, pocos votos en blanco y, por supuesto, que la amplísima mayoría de los nuevos electores voten por Juntos por el Cambio.
Hay que recordar que según la Constitución reformada en 1994, para que haya segunda vuelta ningún candidato debe llegar a los 45 puntos en la primera o, si saca entre 40 y 44,9, su inmediato perseguidor tiene que quedar a menos de 10.
En las PASO, Fernández no sólo superó el 45 % de los votos positivos (son los que se cuentan como base en la general, incluyendo sólo los sufragios que optan por algún postulante) sino que Macri quedó a 16,56 puntos. Fue un 49,49 % a 32,93 %. Es decir, Alberto superó sin problemas los dos filtros constitucionales para consagrarse sin posibilidades de revancha.
De mantener Fernández sus 12.202.770 votos, para que el porcentaje baje de 49,49% a 44,9%, tendría que ampliarse la base de electores. Así, deberían sumarse al menos dos millones y medio de votos afirmativos, y Macri tendría que captar más de la mitad para crecer al 35 % algo que, a todas luces, parece más que improbable.
Por su parte, y para subir de 32,93 % a 35 %, el presidente necesita pasar de sus 8.121.416 votos de las PASO a 9.512.181 en la general. Se trata de 1.390.765 sufragios más. Si se tiene en cuenta que entre las primarias y la primera vuelta hay 77 días, Macri debe sumar, en promedio, 18.602 votos por día desde el 12 de agosto hasta el mismo 27 de octubre.
En tanto, y según esta hipótesis, en caso de repetirse los 24.658.618 votos positivos de las PASO, para bajar su porcentaje de 49,49 % a 44,9 %, Alberto F. directamente debería perder un total de 1.131.051 sufragios. Si se hace la misma cuenta que con Macri, al candidato del Frente de Todos tendrían que fugársele 14.689 votos por día, algo que también parece imposible.