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La Plata
29 noviembre, 2024
PAÍS

Mientras empiezan a soplar nuevos aires en América Latina, la derecha no se rinde y como siempre, está al acecho

La decisión tomada esta mañana por el presidente boliviano Evo Morales de convocar a nuevas elecciones, muestra que a pesar de los nuevos aires que empiezan a soplar en América Latina, los sectores de la derecha no descansan y siempre estarán al acecho, con la obsesión de obstruir siempre cualquier intento de beneficiar a la población, y que desde ese sector siempre definirán como “populismo”.

El anuncio de Evo se produce después de que los recientes comicios fueran puestos en duda por la oposición, y se desatara un violento intento de golpe de Estado, por lo que convocó al diálogo para “pacificar” el país, en el que no incluyó a los comités cívicos regionales que asedian a su Gobierno, en medio de la tensión por una serie de motines policiales.

La decisión del jefe de Estado boliviano se da en el marco de una escalada de violencia en las calles promovida por la derecha ese país, principal sector opositor al gobierno de Evo. En los últimos días se dieron ataques y secuestros a funcionarios, mientras que ayer fue incendiada la casa de la hermana del presidente, en medio de crecientes rumores sobre un posible golpe.

Previamente, Morales había advertido en las redes sociales acerca de la grave situación de asedio que sufre su administración, por lo que denunció ante la comunidad internacional la embestida antidemocrática que pone en riesgo la estabilidad institucional del país.

Pero así como los sucesos en la vecina Bolivia conmueven y generan una comprensible preocupación sobre el futuro inmediato, en los últimos tiempos las brutales medidas de ajuste anunciadas por el presidente ecuatoriano Lenin Moreno, hizo despertar a la sociedad de su país. Por eso mismo se vio obligado a retroceder en la aplicación de esas medidas muy regresivas. Finalmente, la movilización popular, liderada por pueblos índígenas, logró frenar el alza extraordinaria de los combustibles.

Otro tanto está ocurriendo en Chile, donde después de tres semanas de masivas movilizaciones, aparece como incierto lo que allí pueda ocurrir. Por ahora, el presidente Sebastián Piñera responde con más medidas represivas. Según el Instituto Nacional Derechos Humanos ya se contabilizan más de 20 muertos, a lo que se suman 181 acciones judiciales, y de ese total, 5 corresponden a querellas por homicidio, 19 por violencia sexual, y 133 por otras torturas.

Los intentos de Sebastián Piñera de desgastar la movilización no dan resultado. “Manda cada vez más violencia a la calle. Quiere apagar el fuego con bencina. Pero están cada vez más fuertes las ganas de luchar y de bajarlo”, dicen los manifestantes.

Y sin lugar a dudas, el gran impacto positivo de los últimos días estuvo dado por la libertad del ex presidente brasileño Lula Da Silva quien, para que no queden dudas, desafió al gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro: “Decidí quedarme cerca de las fieras para probar mi inocencia”.

Y anunció que pedirá en la Justicia “que se anulen todos los procesos” en su contra porque “hay argumentos suficientes” para probar la falta de objetividad del ex juez Sergio Moro y actual ministro de Justicia. “Precisaba probar la mentira”, subrayó.

Como no podría ser de otra manera, Bolsonaro reaccionó agresivamente a la liberación de Lula, y pidió no dar munición a un “canalla” que está libre momentáneamente pero cargado de culpa.

En este marco, junto a la brasileña Dilma Rousseff y otros ex mandatarios de la región, Alberto Fernández celebró la liberación de Lula en el marco del encuentro del Grupo de Puebla.

“Con Lula libre también soplan otros vientos y confío en esos vientos. La unidad entre Brasil y Argentina es indisoluble, ningún gobierno de coyuntura puede romperlo, nada lo va a romper. Vamos a seguir trabajando por esa unidad, que es el eje de la unidad de América del Sur”, apuntó Fernández, desde el escenario que compartió junto a Rousseff, el ex presidente colombiano Ernesto Samper, y el ex candidato presidencial chileno Marco Enríquez-Ominami.

Con la firme determinación de que los pueblos de Latinoamérica recuperen los derechos de los que ha sido despojados por distintos gobiernos neoliberales de tono conservador durante estos últimos años, el presidente electo de Argentina, encabezó el encuentro regional.

“Nadie puede vivir en paz con su consciencia con esta desigualdad. Vivir en un continente más igualitario no es una utopía. Los argentinos de bien debemos seguir el ejemplo de (Juan Domingo) Perón y Evita, y recordar las palabras de (Raúl) Alfonsín, quien decía que nunca hay que dejar de lado la ética de la solidaridad”, sostuvo.

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