Por Julio Fernández Baraibar. La canalla gorila, la que secuestró el cadáver de Evita, la que cortó las manos de Perón, la que impidió que José de San Martín muriera en la tierra que había liberado, intentó condenar a esta muchacha por ser hija de Néstor y Cristina y logró enfermarla.
Ese padre y esa madre, esa familia cruzada por la política y el amor al país, le dieron a la muchacha una fina sensibilidad artística que, por fortuna, vuelve a ser pública.
Por fortuna digo y sé que uso un vulgar lugar común. Por obra de la salud pública cubana y de la fuerza de su madre que ha sabido cargar sobre sus hombros de mujer la responsabilidad de expresar a un pueblo y proteger a su cría.
Esto nos dice Florencia en el cumpleaños de su padre y se vuelve a mezclar lo privado con lo público, como ocurre con los hombres y mujeres que dejan una huella profunda en la historia.
Florencia Kirchner: “Un cuadro de Los Beatles. Cigarrillos. Los colores de los setenta. Y esos pantalones, como siempre, cortos para un hombre muy alto.
Te extraño como se extraña a través de la década, y el tiempo en el que me muevo, y el tiempo en el que no puedo. Y los días todos. Los días todos en los que tu figura sigue sin aparecer. Van a ser diez años sin que levantes los brazos como gigante, caminando hacia donde parada estoy, dándome vuelta porque venís, a punto de decirte “papá”. Tenía veinte años el veintisiete de octubre de dos mil diez cuando me llamaron por teléfono y me tape la boca con la mano para que no se escuche el grito. Dejé la mayoría de mis cosas para irme corriendo a una pista de aviones y volar hacia un cuerpo que nunca más me iba a mirar. 27 de octubre de 2010, con una cita libre de Kafka en la mano: ¿Cómo será el día después de que seas eterno?
Feliz cumpleaños papá. Nena, me dicen las señoras y me agarran el rostro, sos la cara de tu padre. Se me enciman otrxs tantxs, no me conocen la voz, no me han permitido decirles nada, pero tengo la cara de mi padre. Nena, flaca y alta como tu padre. Nena, esas son las manos de tu padre. Nena, yo conocí a tu padre. Nena, ojalá no se hubiera muerto tu padre. Nena, nena, nena.”