Por Alfredo Silletta. El presidente Alberto Fernández se enojo mucho con la “orgia de odio” que instaló la oposición en medio de la pandemia que terminó con el cacerolazo de anoche. En la intimidad de Olivos hay mucha bronca contra la dirigencia de Juntos para el Cambio, motorizada por Mauricio Macri y Patricia Bullrich, que impulsaron las cacerolas con la excusa de la liberación de miles de asesinos y violadores.
Los sectores del poder económico y los medios dominantes intentaron “romper” durante 40 días la alianza que se produjo entre la gente y el presidente Fernández por el Covid-19. Primero salieron con la excusa de “cuidar la economía”. El mismo ex presidente Macri llamó a Alberto y le dijo: “pensá en la economía y que sé mueran los que se tienen que morir”.
Los argentinos, gracias a Dios, observaron que a los que defendieron “la economía sobre la salud” les fue muy mal: Estados Unidos, Gran Bretaña y Brasil con miles de muertos e infectados.
Con el fracaso del primer argumento encontraron un nuevo tema para desgastar al Frente de Todos. La supuesta liberación masiva de asesinos y violadores. El presidente Fernández como el gobernador Kicillof fueron claros y contundentes. Los gobiernos no deciden sobre libertades, es algo que le corresponde a los propios jueces. Pese a la contundencia de los argumentos, los medios de comunicación y los responsables de la oposición machacaron una y otra vez que el gobierno “abriría las cárceles”. Miente, miente que algo quedará, decía Goebbels y llamaron a un cacerolazo.
La oposición y el poder económico -preocupado por el impuesto a los más ricos- sintieron que encontraron un tema para poner a la defensiva al gobierno atribuyéndole intenciones siniestras. Los trolls de Marcos Peña ayudaron a difundir el cacerolazo y hasta Horacio Rodríguez Larreta puso cara de preocupación por la supuesta libertad de presos.
A veces, en momentos que las clases medias, deciden aplaudir a dirigentes que durante cuatro años le destruyeron el bolsillo, es bueno recordar a Arturo Jauretche. En una de las tantas charlas con Perón, antes que ganara la elecciones de 1946, el dirigente radical explicaba que el problema para gobernar no iba a estar en los trabajadores y los sectores más humildes sino en las capas medias. “El problema es qué fueron educadas y son lectoras de diarios como La Prensa, La Nación o Critica; que han leído minuciosamente la historia de Mitre. Esos están educados, pero mal educados. Sus cabezas han sido conquistadas por un falso sentido común, repleto de zonceras. De esas falsedades que, de tanto repetirse, se instalan como premisas”, decía Jauretche.
“El medio pelo es, en nuestra sociedad, el hombre que se mira en un espejo equivocado, que no es el propio”, afirma Jauretche y agrega: “se comportan como fieles defensores de un modelo que no les pertenece. Esos son muchos, miles, tal vez millones movidos no por la necesidad, sino por esa distorsión cultural, forjada en décadas de educación sarmientina y académica, y por la cotidiana lectura de los diarios “serios”. A esa gente le importa más parecer que ser. Ahí está el hueso más duro de roer para cualquier intento revolucionario”.
Perón le contesta: “Mire, Jauretche, para mí hay una sola clase de hombres, los que trabajan. Y trabajadores, además de los ferroviarios y los metalúrgicos, son los empleados de comercio y los bancarios, que también son de clase media. Con esa harina, haremos el pan del cambio”.
Jauretche insiste: “Coronel, usted puede cambiar un gobierno, también puede modificar con esfuerzo las leyes del trabajo, como lo está haciendo. Lo difícil va a ser cambiar la mentalidad de los tilingos, que se orientan todos los días por zonceras. Eso va a costar muchos años, tantos que no sé si vamos a ver en vida el cambio, ni usted ni yo. Y el pan del que habla nos va a quedar con la corteza quemada y la miga cruda”.
Han pasado más de 70 años de aquellas charlas y nuestras clase medias siguen creyendo en lo que dice los medios dominantes, llámese Clarín, La Nación o TN. Los destruyeron durante cuatro años de neoliberalismo pero ante la primera duda abrazan a su propio abusador.
1 comentario
Alberto..estos gorilones nunca van a cambiar ningun intedente cambiemita.larreta menos que lo ultimo que quiere es q caba se convierta en n york y desvanezcan sus aspiraciones politicas.. hay q siempre estar un paso adelante ,hicieron lo de siempre mentir y hacer creer cosas q no son. En buenos aires duermen con el enemigo. Conde grand..obvio