Más allá de lo que intenten transmitir públicamente, el vínculo entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta sigue en una especie de guerra fría. Si bien ninguno de los dos está dispuesto a aceptar que hay una competencia por el liderazgo del espacio, eso está planteado en los hechos.
Sin embargo, después de un primer semestre en el que no pudieron disimular las divisiones, la intervención de la empresa Vicentin está ayudando a reunir a los distintos sectores de la oposición. Quienes exteriorizaron diferencias por el manejo de la pandemia, hoy empiezan a actuar en conjunto sobre esta medida, a la que calificaron de “ilegal e inconstitucional” en un comunicado.
El ex presidente tuvo un encuentro la semana pasada con el jefe de Gobierno porteño, con el objetivo de romper el hielo. Ahí conversaron tanto respecto a la causa de espionaje ilegal, como sobre la intervención de Vicentin. Sin lugar a dudas fue el encuentro de dos figuras que vienen tomando distancia en sus estilos y en sus ambiciones cruzadas.
Con Larreta, Macri también habló del espionaje ilegal que lo tiene como víctima al jefe de Gobierno de CABA, y en el que aparecen conexiones a una funcionaria cercana a Macri, Susana Martinengo. Haciendo la vista gorda, Larreta ya dijo públicamente que cree que Macri no tuvo nada que ver. El ex presidente le expresó lo que va a intentar instalar de aquí en más que es una “causa armada”, lo mismo que dijo de la que se abrió en 2009 con el espía Ciro James.
Macri incluso le dijo que le “plantaron” familiares (entre los espiados aparecen su hermana menor Florencia Macri y su pareja Salvatore Pica) de la misma forma que en 2009 aparecieron su hermana Sandra Macri y su cuñado Néstor Leonardo. Habrá que ver si todos en su propio espacio le creen.
Aunque habían intercambiado mensajes, se trató del primer encuentro cara a cara después de que saliera a la luz la denuncia por espionaje que involucró a un sector de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) durante los años de Cambiemos en el poder.
En la reunión, que se desarrrolló con total hermetismo, se coló la causa que tramita en Lomas de Zamora con el juez Federico Villena. Por ella, Larreta tuvo que ir a observar las pruebas que había, por caso, fotos en un bar con la diputada nacional Graciela Ocaña, que formaban parte de los documentos que tenía la banda en la que se conjugaban un narco con agentes de la AFI, según la Justicia.
En este contexto, el jefe de Gobierno elige con precisión milimétrica los momentos en que volver a su rol opositor -que no desapareció, solo está latente-: lo hizo, por ejemplo, cuando se plantearon críticas al Gobierno de Alberto Fernández por una supuesta liberación masiva de presos.
Por ahora, la desconfianza los domina, y más allá de algunas forzadas coincidencias, lo cierto es que mientras Larreta se siente más cómodo con el ala dialoguista de Cambiemos, el ex presidente, en cambio, eligió mantener una línea más dura y radicalizada que se puede ver en cómo responden sus principales voceros, Patricia Bullrich y Miguel Ángel Pichetto.