Prácticamente no hay ninguna encuesta que no señale que la situación económica, con el aumento de precios de la canasta básica, sobre todo en materia de alimentos como la punta del iceberg, es la preocupación número uno de los argentinos.
Pero, gracias a distintos indicadores positivos que se vienen sumando en los últimos tiempos, se respira un cierto alivio en la Casa Rosada, y eso se debe a que la inflación estimada para este mes que ya termina, se ubicará por debajo del 3 %, al tiempo que se confirma un repunte de la actividad desde junio.
En esa dirección, desde el ministerio de Economía se viene trabajando aceleradamente para llevar adelante medidas que impulsen el consumo: entre ellas, el relanzamiento de los planes “Ahora 3, 12” con ampliaciones a 24 y 30 cuotas para diferentes rubros.
Teniendo en cuenta que, en este inevitable contexto de pandemia, el consumo masivo registró en el primer semestre del año una caída de alrededor del 6 %, se trabaja contrarreloj para el consenso de la mejor recomposición salarial posible en el marco de las paritarias, lo que, sumado a la esperada desaceleración de los índices inflacionarios, la respuesta natural sería una lenta pero paulatina dinamización de la economía.
De confirmarse que el costo de vida en julio rondaría el 2,8 % que pronostican las consultoras, se quebraría por primera vez desde septiembre último el piso de 3 % que viene mostrando el índice de precios al consumidor.
Mientras tanto, las previsiones oficiales anticipan una progresiva caída en los precios que terminarían el año con una tasa anual de inflación del orden del 40 %.
Las consultoras privadas también muestran una desaceleración en el ritmo de aumento del índice, pero advierten sobre las tensiones que se están generando en el sistema de precios. Al respecto señalan que los precios controlados evolucionan a un ritmo muy inferior al promedio, el tipo de cambio se está ajustando a razón del 0,9 % mensual (la tercera parte de la inflación), y las tarifas están planchadas.
En los despachos oficiales se argumenta que la segunda ola de coronavirus golpeó de tal manera, que resultó inevitable el freno momentáneo de la recuperación, aunque con un impacto acotado y similar al de otros países. Aseguran que mayo fue el momento más crítico en cuanto a la curva ascendente, pero el alivio empezó a llegar el mes pasado y en este julio que ya termina.
En este complejo marco, hay un reconocimiento en cuanto a que la economía está saliendo a distintas velocidades: actividades como la industria y el comercio crecieron por encima de los niveles de pre pandemia, y otras – particularmente hoteles y restaurantes – se mantienen deprimidas.
Sobre la base de datos preliminares, la recuperación de junio fue la mejor para ese mes en cuatro años, con un crecimiento del 8 % por encima de junio de 2019, de acuerdo con los datos que maneja Matías Kulfas, ministro de Desarrollo Productivo.
Otro dato alentador: de la mano de la mayor actividad, los números oficiales muestran que el empleo formal en el sector privado va mejorando gradualmente, ya que se crearon 100 mil empleos formales desde mediados de 2020.
Por último, una cuestión no menor, es que la Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) continúan las negociaciones para intentar un acuerdo por un nuevo programa de financiamiento de Facilidades Extendidas, que tendrá un plazo de pago de 10 años.