La derecha ganó por paliza. Esta vez no hubo mentiras como en el 2015 con “pobreza cero”, “el no pago de ganancias” o “país sin inflación”. Todo lo contrario: Horacio Rodríguez Larreta anunció que si vuelven a ganar quitarán la indemnización a los trabajadores, le darán más poder al empresariado, bajarán las retenciones al campo y, como anunció el ex presidente Mauricio Macri, “vamos a hacer lo mismo a mayor velocidad”. En síntesis, si dejaron una deuda impagable con el FMI y los acreedores externos, si vuelven al gobierno entregarán las empresas del país como YPF o Aerolíneas. Todo se privatizará y aumentará la desocupación, las tarifas y la pobreza.
Ahora bien, ¿la gente votó al macrismo o con su voto castigó al Frente de Todos por no cumplir con las expectativas que había prometido en el 2019?. La primera respuesta del oficialismo podría ser que a los 100 días llegó la pandemia y hubo que trabajar incansablemente para que no hubiera muertos en las calles y en los pasillos de los hospitales. Una verdad que no alcanzó.
Durante dos años, el gobierno intentó el llamado “equilibrio fiscal” y buscar un “mensaje de amistad” con el establishment económico, con los acreedores internacionales, con el FMI, con la oposición y los medios hegemónicos. Mientras tanto, producto de la pandemia, cerraban las fábricas, el salario se deprimía, se acababa el ingreso de las changas y el trabajo en negro.
Los argentinos, y en especial los sectores más postergados, sintieron que el gobierno se había olvidado de ellos. Muchos trabajadores transmitieron que habían votado al FdT por el desastre económico de Macr,i pero que al final ahora estaban peor que antes. Los créditos a tasa cero para monotributistas, la ayuda del IFE y el ATP o la reducción del pago de ganancias fue insuficiente.
Ya sabemos que hubo pandemia, pero cuando llegás con tus ingresos al día 15 del mes y no tenés más plata para comprar alimentos, los “buenos modales” no alcanzan. El gobierno anunciaba que la economía crecía a todo galope, pero ese crecimiento no llegaba al bolsillo de los trabajadores, como alguna vez contó Cristina.
El peronismo tiene memoria. En el 2009, Néstor Kirchner perdió las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires, pero el gobierno no dudó en expropiar las AFJP y crear la Asignación Universal por Hijo. En el 2017, Cristina Kirchner perdió frente al macrismo, pero de allí salió el Frente de Todos, la unidad del peronismo.
A partir de hoy, el Frente de Todos tendrá 60 días para modificar lo que haya que modificar y volver a enamorar a los más necesitados. El temor es que el gobierno no perciba que el problema no son los “buenos modales” hacia el establishment económico y los medios hegemónicos, sino la economía. El peronismo ha sido protagonista de las grandes transformaciones durante décadas, y es necesario que la mística vuelva a enamorar a la gente. No será fácil, pero si a través de la historia se soportaron los bombardeos a Plaza de Mayo, los fusilamientos, la resistencia o los desaparecidos, una simple PASO no puede paralizar a la militancia. Hay que volver a enamorar con mística y con medidas concretas. El Frente de Todos es gobierno, y tiene las herramientas para hacer una sociedad más igualitaria pese a lo que diga la oposición y las tapas de los diarios.
Como dijo alguna vez Fito Páez “No todo esta perdido, yo vengo a ofrecer mi corazón”