Más allá del silencio de Juntos por el Cambio o los dos reportajes que brindo María Eugenia Vidal en los canales amigos, día a día se van conociendo detalles que el encuentro en el banco Provincia no fue “una reunión de trabajo”, sino parte del entramado de la persecución a políticos y sindicalistas opositores al gobierno anterior.
En un gran trabajo publicado hoy en Página 12 por Raúl Kollmann se muestra hasta el ultimo detalle el funcionamiento de la Mesa antisindical. Como una especie de Watergate, los técnicos de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) llegaron con sus escaleras al hombro y sin registrase por “orden de arriba” subieron al piso donde colocaron cuatro cámaras y un micrófono escondido en el yeso del techo. La reunión se hizo al día siguiente. Un día despues de la reunión se desmontaron las cámaras.
Según Página 12, el cableado del salón era el habitual, el mismo que se utilizó en el penal de Ezeiza para supuestamente escuchar al Rey de la Efedrina, Mario Sevogia, pero que tenía la intención de espiar a dirigentes políticos detenidos y a sus abogados.
En el juzgado del juez Kreplak no hay dudas que el operativo de la reunión de la Gestapo antisindical se hizo con el apoyo del gobierno provincial y del gobierno nacional. El armado de la estructura para filmar y escuchar la reunión lo evidencia, ya que los técnicos entraron sin registrarse, trabajaron libremente en el salón, se fueron y volvieron al día siguiente de la reunión para desarmar todo.
Dice Kollmann: “Ninguno de estos pasos podía darse sin que las órdenes vinieran de autoridades del máximo nivel. Por un lado, del gobierno nacional, porque se trató de tres directores de la AFI. Por el otro lado, del gobierno bonaerense, por el acceso a la sede misma y porque estaban dos ministros de María Eugenia Vidal”.
Como en la película Todos los hombres del presidente, el 14 de junio de 2017, dos técnicos de la AFI fueron al antiguo edificio del Bapro, al piso séptimo, para colocar todos los dispositivos. Cuando llegaron al banco, incluso con la escalera al hombro, los esperaba una mujer que los hizo pasar sin registrarse. Les dijo, cuando llegaron a esa especie de SUM (Salón de Usos Múltiples): “Tienen una hora y veinte minutos. Yo los vengo a buscar”.
Todo indica que esa misma joven, vestida de azafata, recibió al día siguiente, en la puerta del banco, a todos los que participaron de la reunión. También los hizo entrar, sin registrarse, y los acompañó hasta el salón.
Los dos técnicos de la AFI se ocuparon, uno de colocar las cámaras y el otro del sonido. En total se pusieron cuatro cámaras, dos de cada costado de la sala. El técnico que se ocupó del sonido puso los micrófonos por arriba de la mesa, en una especie de pliegue de yeso en el techo. Todo lo que importaba era el contenido de la reunión y por eso se percibe poco lo que hablaron los protagonistas cuando iban llegando y estaban cerca de las puertas, pero se escucha perfecto lo que dicen sentados a la mesa. Se percibe hasta el movimiento de papeles.
En principio, las imágenes tienen el logo Axis porque, efectivamente, las cámaras son de esa marca. Pero la compra no la hizo la AFI en la Argentina, sino en el exterior, como ocurrió con los 120 teléfonos encriptados que se le entregaron a funcionarios políticos, operadores judiciales, amigos de Mauricio Macri y hasta al procurador bonaerense, Julio Conte Grand, lo que exhibe la trama judicial.
Pero, a diferencia de los encriptados, en este caso no se encontraron las facturas de compra, lo que significa que se adquirieron con fondos reservados. Al principio de su gestión en la AFI, la interventora Caamaño dejó una frase memorable: “Hasta el papel higiénico se compró con gastos reservados, es decir que sin dejar registro de nada”.
Está probado ahora que la estructura de espionaje se montó específicamente para la reunión de la Gestapo. Todo consistía en tenderle una trampa a Juan Pablo “Pata” Medina: le pararían las obras, el sindicato reaccionaría, la AFI se encargaba de la filmación y, como dijeron en el encuentro, “la parte judicial está arreglada”. Sumarían lo que ellos consideraban otro logro en su estrategia.
Finalmente, Tuny Kollmann se pregunta: “La gobernadora Vidal alega que la AFI tendrá que explicar por qué filmó esa reunión. Las pruebas indican que la AFI, el gobierno nacional y el gobierno bonaerense actuaron en conjunto y hubo autorización superior para que se realice en el Bapro. Tal vez el objetivo de registrar el encuentro fue exhibírselo después al propio Macri –una hipótesis asombrosa– o tener un material para “apretar” a algún empresario que, como dice el expresidente, “pretendiera sacar los pies del plato”.