Con todo su cinismo, hipocresía, mala fe y faltando a la verdad, Mauricio Macri intentó mostrarse como un abanderado de la libertad de expresión. En un paréntesis durante su agitada actividad como jugador de bridge en Italia, el ex presidente publicó en las redes sociales una insólita carta en la que aseguró: “Nunca bloqueé a un usuario en Twitter”.
“A diferencia de la mayoría de los dirigentes del oficialismo, incluyendo al presidente y a la vicepresidente, yo nunca bloqueé a un usuario en Twitter y nunca lo haré. No importa lo que digan”, aclaró en el comienzo de la publicación, que escribió para disparar contra el supuesto proyecto oficial destinado a generar buenas prácticas en redes sociales, y que fuera mencionado en la última reunión del Consejo Económico y Social.
“Desde mi punto de vista, el único límite que debe existir para las expresiones públicas en redes sociales o en cualquier plataforma de comunicación, son los contemplados por la Constitución Nacional y el código penal y la facultad de intervenir de la Justicia Civil en los casos que corresponda. Todo lo demás es censura o vigilancia”, agregó Macri.
Soy un absolutista de la libertad de expresión. https://t.co/BIikKk135Y
— Mauricio Macri (@mauriciomacri) March 30, 2022
Curiosamente, durante su presidencia, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se encargaba de detener tuiteros que presuntamente amenazaban al ex presidente. Un caso fue el de dos jóvenes que fueron acusados del delito de “intimidación pública” por haber publicado mensajes escritos en árabe, simulando los que realiza el grupo terrorista ISIS, en los que se referían al posible uso de explosivos para atacar la Casa Rosada y un shopping porteño.
El anuncio del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, sobre un plan que promueve un “pacto para el buen uso de las redes sociales, para que dejen de intoxicar el espíritu de nuestra democracia” desató la furia de los referentes del macrismo, quienes pusieron el grito en el cielo porque esa idea significaría un ejercicio de censura, a pesar de que desde el Gobierno aclararon que no se busca regular su funcionamiento.
“La polémica sobre la libertad de expresión en las redes que se produjo ayer luego del desafortunado anuncio que hizo el gobierno, al declarar que trabaja en un ‘pacto para el buen uso de redes sociales’ para que ‘dejen de intoxicar el espíritu de nuestra democracia’, es una oportunidad para saber de qué lado de la democracia estamos”, afirmó el ex mandatario.
Y aclaró: “Yo estoy en contra de cualquier intento de limitar, regular, afectar, influir o condicionar, en cualquier forma, nuestro derecho a expresarnos libremente dentro de los artículos de la Constitución. No concibo que la democracia sea posible regulando las expresiones en las plataformas o en los medios de comunicación. No es esa la visión del oficialismo. En el pasado intentaron regular a los medios y en la actividad individual de sus principales dirigentes consta el bloqueo a usuarios, los insultos y el desprecio a las ideas y opiniones de otras personas.
De nada sirvió que el gobierno nacional aclarara que no existe ningún proyecto de ley, decreto o resolución que tienda a regular, controlar o prohibir algo en las redes sociales, sino que se trata de una iniciativa a nivel internacional para generar un debate sobre la violencia, el bullying y otras cuestiones que ocurren en las redes.
Al final, citó al empresario y magnate estadounidense Elon Musk. “Por eso, coincido plenamente con la posición de Elon Musk que hace poco declaró en un tweet ser ‘un absolutista de la libertad de expresión’. Destacó que “yo también soy un absolutista de la libertad de expresión. Por eso, si es necesario, lucharé junto a todos ustedes para que nadie se meta con lo queremos decir, cómo podemos decirlo, ni dónde tenemos permitido hacerlo”, cerró.
No está claro si el ex presidente sabe que el absolutismo fue un sistema político propio del Antiguo Régimen, anterior a la Revolución francesa, que planteaba que el Estado debía ser absoluto.
Hay que recordar que Macri tuvo varios conflictos durante sus mandatos en Ciudad y en Nación para con la prensa y el periodismo. El hecho más relevante es que no dio entrevistas durante su gestión como presidente entre 2015 y 2019 a medios críticos y periodistas que cuestionaban sus decisiones políticas y económicas. Y se mantiene en esa postura luego de dejar su mandato: tampoco dio notas desde que dejó la Casa Rosada a ese tipo de diarios, revistas, radios o canales de TV.
Además, durante su mandato como presidente hubo represiones graves de la policía a periodistas y reporteros gráficos que terminaron con heridas de bala y golpes de las fuerzas de seguridad. Y como si fuera poco, se dio una de las sangrías más sufridas en la historia del periodismo argentinos: cerraron decenas de medios a nivel nacional y se despidieron a más de 4 mil periodistas solo en la Ciudad de Buenos Aires. Y vació la agencia de noticias del Estado Télam, donde hubo más de 350 despidos.
Por otro lado, hubo ataques a redacciones, como sucedió en el diario Tiempo Argentino. Hubo dueños de medios críticos en prisión, como el caso de los titulares del Grupo Indalo y Radio del Plata.
También hubo listas negras de periodistas, confesada por el propio conductor Alejandro Fantino al aire en el programa macrista “Animales Sueltos”, en América. Hubo agresiones de funcionarios y diputados del PRO contra periodistas. Hubo censura, como el despido de Roberto Navarro. El último capítulo ya muestra a un Macri todavía peor, cuando el año atacó a un periodista de C5N y revoleó su micrófono al piso cuando entraba a declarar en una causa judicial.
Y para completar el panorama sobre quien ahora se presenta como el “absolutista de la libertad de expresión”, tampoco hay que olvidar la persecución penal a tuiteros que escribieron cantitos u otras cuestiones consideradas agraviantes, y que fueron tratados como “amenazas” para el presidente y hasta encarcelados.
Fue el caso, por ejemplo, de Nicolás Lucero, de 20 años, quien en 2016 publicó un tuit con un cantito de una barra brava que hablaba de matar a Macri. A continuación, la División de Investigación de Amenazas e Intimidaciones Públicas de la Policía Federal intervino bajo el mando del Ministerio de Seguridad, que conducía Patricia Bullrich.
No regulación, pero sí persecución penal sobre sus usuarios, como fue el caso de Lucero, a quien fueron a buscar a la casa, se la allanaron y se lo llevaron detenido por un mes. No sirvió de nada que explicara que estaba replicando en un tuit un cantito que se escuchó en Chacarita. Se llevaron su celular, su computadora y, por las dudas, también la de su hermana. Le iniciaron una causa por presunta intimidación pública, que terminó recién en 2018 cuando fue declarado inocente. “Nunca tuve la intención de matar a nadie, era una canción”, aclaró el joven, preso por tuitear en el gobierno de Macri.
No fue el único caso: otro joven, para solidarizarse, copió su tweet y escribió: “¿Nos meterán presos a todos?”. Tuvo rápidamente su respuesta: le iniciaron otra causa penal por su tweet.
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