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25 noviembre, 2024
PAÍS

El mensaje de Perón para frenar los precios: “hay que tener la voluntad política de ejercer el poder del Estado”

Los precios de los alimentos se dispararon en los últimos meses y se espera para marzo una inflación superior al 6 por ciento, un mazazo sobre el bolsillo de los argentinos. Más allá de la buena voluntad de Roberto Feletti, los industriales aumentan en forma descarada los alimentos y desde el campo amenazan con un fallo judicial para anular la totalidad de las retenciones. 

Por estas horas se supo que el gobierno dará un bono a los jubilados pero no a los trabajadores para “no irritar” las conversaciones que llevan adelante los ministros Guzmán, Moroni y Kulfas con la UIA y la CGT.

La historia dice que con “buenos modales” no se frena la inflación. Hay que tomar el toro por las astas y usar la cadena nacional para explicar las ganancias brutales de las empresas y el campo y usar el peso del Estado para controlarlos. Quizás algunos ministros de este gobierno deberían volver a leer a Perón y entender como se enfrenta a los especuladores.

El amigo Julio Fernández Baraibar contó una charla con la cineasta Paula de Luque que publicó en las redes sociales, a partir de un texto del historiador Enrique Pavón Pereyra en su libro El Diario Secreto de Perón, donde cuenta una charla entre el general Perón y Jorge Abelardo Ramos en 1967 sobre cómo enfrentó a los especuladores en 1954 y frenó de forma brusca los aumentos que hubo en aquel momento.

El texto que se puede leer en la pagina 219 del libro de Pavón Pereyra dice lo siguiente:

“Se animó el palique, pleno de evocaciones y de presagios, cuando Ramos aventuró una pregunta; esta llevaba implícita una paradoja:
– ¿Se atrevería, General, a dar el nombre de un funcionario argentino que, en la práctica, haya superado tanto a los economistas como a los clásicos de la materia?
– ¿Superar a los Adam Smith, a los Lord Keynes?
– A todos ellos, separados o juntos.
El General respondió negativamente, sin disimular su perplejidad y buen humor.
– Pues ese nombre –aclaró Ramos – debería recordarse. Se trata del comisario Miguel Gamboa, quien en 1954 era jefe de Policía. Cuando usted ordenó, frente a la desenfrenada especulación reinante y a la estampida de los precios, que la policía asumiera la vigilancia de los costos de la canasta familiar, Gamboa – que sabía poco de leyes de mercado (salvo de los mercados y ferias porteñas)– acumuló engrudo y fajas de clausura, y dispuso aplicar a todo empresario o comerciante mayorista o minorista que violase la lista de precios, penas de cárcel y cierre de locales, no redimibles por multa.
– ¿Y sabía usted – interrogó Perón a modo de comentario – que esa mafia de la intervención, aparte de multiplicar por ocho los precios de los artículos de primera necesidad, contabilizaba mil trescientos millones de dólares de ganancia anual, monto equivalente al presupuesto global de la comuna de Buenos Aires?
– ¡Si lo sabré! La fuerza extraeconómica del Estado – admitió Ramos – se manifestó así por primera vez. Y las tendencias especulativas y agiotistas de parte del sistema de comercialización, de la base a la cúpula, quedaron paralizadas durante el año y medio transcurrido entre la adopción de las medidas citadas y la caída del gobierno nacional, en septiembre del 55. ¿Quiere más, General? Las estadísticas y la memoria de quienes vivimos esa época indican que los precios no se movieron, las leyes de mercado se mandaron a guardar, etcétera, etcétera.
Esto se pudo hacer – precisó Perón trasuntando satisfacción – porque existía la voluntad política de ejercer el poder del Estado”.

Muchos dirán  que hoy que es imposible tomar medidas contundente para frenar a los especuladores. La historia reciente dice otra cosa. Néstor Kirchner cambió la Corte corrupta del menemismo habiendo llegado al poder con el 22 por ciento de los votos y Cristina nacionalizó las AFJP en beneficio de los argentinos contra los poderosos, tanto del país como del exterior, que se “robaban” la plata de los jubilados. Por supuesto, también se perdieron batallas como la reforma de la Justicia en el 2013 y la Ley de Medios que nunca se pudo aplicar.

El presidente tiene que comprender que “debe ejercer el poder del Estado, hoy mucho más débil que hace 70 años, para frenar a los especuladores. Si lo hace el pueblo saldrá a las calles en su apoyo.

 

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