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11 enero, 2025
PAÍS

Contundente fallo contra la secta del horror en Mar del Plata: 25 años de prisión a los líderes y reparación económica por 55 millones de pesos

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº1 de la ciudad de Mar del Plata condenó a penas de entre 6 y 25 años de prisión a tres integrantes de una secta hindú acusados del delito de trata de personas con fines de explotación, reducción a la servidumbre y alteración de identidad de menores.

La secta funcionó durante años en la ciudad de Mar del Plata y su líder era Eduardo Nicosia, recientemente fallecido, acusado de reducir a la servidumbre y explotar sexual y laboral a más de 30 personas. Bajo la fachada de cursos de yoga y meditación, el gurú captaba a los nuevos adeptos y regentaba un hotel céntrico de la ciudad.

Los magistrados consideraron que, en el juicio que duró más de ocho meses, quedó acreditada la responsabilidad penal de los acusados por el delito de “trata de personas, bajo la modalidad de captación y acogimiento, con fines de explotación laboral y reducción a la servidumbre” de cuatro víctimas. Los condenados fueron identificados como miembros de una organización que funcionó desde 1970 en Venezuela y Argentina hasta que fue desarticulada el 3 julio de 2018 en su sede del Hotel City, en pleno centro marplatense.

El fallo dispuso, además, reparaciones económicas por 30 millones de pesos para dos de las víctimas y de 15 y 10 millones para otras dos por el “daño moral” sufrido, en línea con pedidos realizados en ese sentido por la defensora pública de la Víctima de la provincia de Buenos Aires (DPV), Dra. Inés Jaureguiberry.

Para poder hacer efectivas estas reparaciones, los jueces ordenaron el decomiso de todos los bienes de la secta; entre ellos, la sede del hotel ubicado en Diagonal Alberdi al 2500 -donde funcionó el grupo hasta que fue desbaratado-, dos departamentos en la Ciudad de Buenos Aires, tres vehículos y dinero en efectivo y depositado en cuentas bancarias en Estados Unidos y Andorra. Además, se dispuso el secuestro de todas las armas y municiones encontradas durante el allanamiento en el Hotel City.

En la lectura de la sentencia, el Dr. Falcone, presidente del tribunal, informó que los fundamentos del veredicto se darán a conocer el próximo 21 de junio.
El juicio por los delitos cometidos por esta organización se inició en septiembre de 2021. Tras las declaraciones de decenas de testigos, las Dras. Inés Jaureguiberry y Manuela Parra, defensora coadyuvante, solicitaron al Tribunal Oral Federal de Mar del Plata la reparación integral de las cinco víctimas que representan en el caso.

Pese al fallecimiento de los principales acusados durante el proceso, la Defensoría continuó actuando en representación de cinco víctimas para que se haga efectivo su derecho a conocer la verdad de lo sucedido y a obtener una reparación integral.

A partir de la prueba producida en el debate, en su alegato la defensa afirmó que desde los años ‘70 y hasta el 3 de junio de 2018 funcionó una organización delictiva con rasgos de secta de naturaleza religiosa, que utilizaba la apariencia de un ministerio o grupo de yoga con influencias de la filosofía hindú para captar personas aprovechándose de su situación de vulnerabilidad, trasladarlas, acogerlas, explotarlas y reducirlas a la servidumbre.

En el marco de esa organización, nacieron hijos e hijas del líder de la organización y mujeres del grupo, que fueron inscriptas/os como hijas/os de otros miembros de la congregación, alterando y ocultando su verdadera identidad. Además, el líder y otro miembro del grupo cometieron abusos sexuales contra las víctimas.

Si bien no es posible establecer la fecha exacta de inicio de sus actividades, se probó que en el año 1968 ya funcionaba el Instituto de Estudios Yoguisticos Yukteswar, que habría actuado como una pantalla para identificar personas vulnerables y captarlas para su explotación.

En el alegato la Defensoría también afirmó que la compleja logística criminal se extendió por más de cinco décadas, y fue desplegada en distintas jurisdicciones de forma ininterrumpida, persistiendo la voluntad y las conductas dirigidas a someter y explotar laboralmente a las víctimas.

Durante el juicio, los adeptos contaron que era habitual las quemaduras, las duchas de agua fría, patadas, cinturonazos, ahogamientos en los inodoros y violaciones para someter al integrante del grupo.

En su alegato, la fiscalía ante el Tribunal Oral Federal en lo Criminal 1 expuso los fundamentos y los detalles de su acusación. Allí se afirmó que “los hechos narrados por las víctimas no tienen precedentes en este Tribunal, los horrores son impresionante, los hechos son contundentes. Se trata de una secta criminal porque su estructura fue ideada para cometer delitos“.

Según se indicó en la audiencia, la secta captaba a “gente interesada en lo espiritual“, para “luego explotarlas sexual y laboralmente”, pedirles “la entrega de bienes y dinero” y someterlas a “un proceso de despersonalización” que les impedía tomar decisiones propias.

Entre los testimonios descriptos por la Fiscalía se destacaron los de los hijos que el líder de la secta tuvo con algunas de las integrantes y con Capossiello, quienes fueron criados en cautiverio. Fioriti en su alegato contó que una de las víctimas vivía encerrada, que era obligada a “trabajar extensas jornadas” y que sufrió “castigos y palizas” durante 46 años, hasta que logró escapar en 2017, por temor a que abusaran sexualmente de su hija, tal como había ocurrido con ella.

Según relevó la fiscalía, las víctimas declararon que eran “entrenados como perros”, que comían “pomada de zapatos con sacarina” o “comida balanceada para conejos”, por el hambre que sufrieron en ocasiones, y que eran golpeadas con un rebenque para caballos.

En la lectura de la acusación, se enumeraron relatos de una víctima que aseguró haber sido “ahogado con la cabeza dentro del inodoro”, otra que dijo que lo “arrojaban por la escalera” a los 3 años, y que les aplicaban “pinzas de acupuntura” en los dientes y electricidad en los genitales.

Además, “les decían que el dolor no existía, que era una ilusión”, que “para el afuera, todo lo que sucedía en la secta debía parecer normal”, que el líder era “un gurú espiritual”, un “ser evolucionado” e incluso la “reencarnación de Jesucristo”, y por ese motivo las palizas eran “una bendición”.

 

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