Rodeado de periodistas y referentes de su espacio, el presidente electo de Brasil, Lula da Silva, deslizó anoche un sutil mensaje para la vicepresidenta Cristina Kirchner: fue cuando se colocó una gorra con la consigna “CFK 2023″.
Lula, quien obtuvo más del 50 % de los votos sobre Jair Bolsonaro, la recibió y automáticamente decidió ponérsela. En ese momento, quienes estaban allí aplaudieron, mientras que el líder del PT sonreía a la cámara. Ella misma se la colocó, tiempo atrás, durante una de las tantas vigilias en las inmediaciones de su casa en el barrio porteño de Recoleta.
Es que la victoria de Lula tuvo un inmediato impacto en la política argentina: ilusionó al kirchnerismo con una “resurrección” al estilo del líder del PT, y al mismo tiempo generó una discordia inesperada en el seno de la coalición de Juntos por el Cambio, que no pudo definir un comunicado de unidad entre las cuatro fuerzas principales ante al resultado del balotaje.
“Hoy más que nunca, amor y mucha felicidad. Gracias pueblo del Brasil. Gracias compañero Lula por devolverle la alegría y la esperanza a nuestra América del Sur”, escribió anoche Cristina desde su cuenta de Twitter minutos después de confirmarse el triunfo de Lula.
El hijo de la vicepresidenta, Máximo Kirchner, consideró días atrás que cree “que Cristina no va a ser candidata. El desgaste es muy grande en una presidencia. Y el desgaste de Cristina fue enorme”.
Esas terminantes palabras del ex jefe de bloque del FdT en Diputados provocaron que diversos referentes del oficialismo salieran a pedir y respaldar una potencial postulación de CFK en los próximos comicios. Entre ellos, el gobernador bonaerense Axel Kicillof, quien indicó que le gustaría ver a la vicepresidenta como candidata para llegar a la Casa Rosada, y consideró que eso también le pasa a parte de los argentinos.
“Hay un empuje que empieza a decir Cristina 2023, se nota”, dijo el mandatario provincial, quien enfatizó que “Cristina es quien conduce el movimiento político más importante del país y tiene todas las condiciones para ser presidenta”.
Sin lugar a dudas, ilusionados con el triunfo de Luiz Inacio Lula Da Silva en las elecciones brasileñas, en el kirchnerismo no deja de crecer la esperanza de volver a posicionar a una Cristina Kirchner nuevamente candidata en los comicios del año próximo.
Concretamente, se fortalece la idea de que la victoria de Lula generaría un nuevo clima que bien podría profundizarse en la región, y que inevitablemente va a evocar aquel espíritu que hubo a principios del milenio, allá por el 2003, con el eje progresista en el que estaba el Brasil de Lula, la Argentina de Néstor Kirchner, la Venezuela de Hugo Chávez; Uruguay, con José Mujica y Tabaré Vázquez; el paraguayo Fernando Lugo; Evo Morales en Bolivia; y en Ecuador, Rafael Correa.
En el imaginario de esta reedición progresista, aparecen dos nuevos actores: Gabriel Boric, en Chile, y Gustavo Petro, en Colombia.
En el caso de Lula, Cristina Kirchner no sólo comparte afinidad ideológica, sino sobre todo haber pasado de ejercer el poder a estar sentados en el banquillo de los acusados, producto del ‘lawfare’ armado por la corporación judicial y mediática, aunque en el caso del brasileño, fue condenado y debió pasar casi dos años en una cárcel.
Por eso mismo, esa efervescencia en torno al triunfo de Lula en Brasil de este domingo convive con el surgimiento de un incipiente operativo clamor por “Cristina candidata” o “Cristina 2023″.
Paralelamente, aunque la última palabra la tendrá Cristina Kirchner, no son pocos los que, desde su espacio, dicen que “la bala que no salió, la convirtió en candidata a presidenta”. El operativo clamor del kirchnerismo para que CFK se postule el año próximo busca que, aún si ella no acepte ir por un tercer mandato por motivos personales o políticos, se posicione otra vez como la gran electora del PJ. Es decir, que la oferta electoral del Frente de Todos esté atada a su voluntad.