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La Plata
7 septiembre, 2024
PAÍS

A no bajar los brazos: la elección en España muestra que la movilización puede poner un freno al avance de la derecha

A pesar de los algo más de 10 mil kilómetros de distancia que separa a España de Argentina, bien se podría trazar un vínculo sobre lo que electoralmente ocurrió ayer en el país europeo y lo que sucedió en la capital de Córdoba, en un domingo que, para la derecha de allá y de acá, fue para el olvido.

Si, tal como lo pronosticaban las encuestas, la suma de diputados del Partido Popular (PP) con el VOX significaba la vuelta de un siniestro gobierno de la derecha del otro lado del Atlántico, es muy fácil imaginar cómo desde los medios hegemónicos locales hubieran celebrado ese resultado, y ni hablar lo que hubiese significado para Juntos por el Cambio, que apoyaron abiertamente al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, cuando ya era un escándalo la foto del candidato de la derecha española vacacionando con un narco.

Y más allá de la dura derrota que Macri y compañía sufrieron en Córdoba capital, sin lugar a dudas, el impacto de las elecciones españolas sobre las PASO argentinas hubieran envalentonado a la derecha local en caso de que ayer se hubiese consumado la vuelta del neofranquismo al Palacio de la Moncloa.

En otras palabras, si ayer el PP y VOX alcanzaban la mayoría, para la administración de Alberto Fernández, y sobre todo proyectando lo que pasaría el 13 de agosto en las PASO, hubiera sigo un golpe muy difícil de remontar, por no decir imposible.

Esas internas están a la vuelta de la esquina, y a esta altura nadie discute que esos comicios siguen siendo terreno escarpado para el oficialismo. Sin embargo, el resultado de las elecciones de ayer en España sirve para traspolarlo a lo que puede ocurrir en Argentina en 20 días, porque bien podría tomarse como ejemplo que la movilización y, sobre todo, no haber bajado los brazos, significó un freno al fascismo y la derecha.

El hecho es que, contrariamente a lo anticipado por los sondeos, se produjo una dura lucha por la victoria entre el candidato del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo y el presidente socialista, Pedro Sánchez.

Más allá del simbolismo del triunfo logrado ayer por el PP y sus aliados, en un sistema parlamentario como el que rige en España, lo importante es poder armar una mayoría suficiente para la investidura. Y por ahora ninguno de los dos aspirantes, ni Sánchez ni Feijóo, es capaz de hacerlo.

“El bloque de retroceso que planteaba la derogación de los avances de los últimos cuatro años ha fracasado”, celebró Sánchez anoche en Madrid, en alusión al PP y Vox.

Estas elecciones generales se realizaron después de que Pedro Sánchez optara por adelantar en cinco meses el llamado a las urnas tras haber sufrido un descalabro electoral en los comicios municipales y autonómicos del pasado 28 de mayo.

Una mera extrapolación de esos resultados alcanzaba para convertir a Núñez Feijóo en el octavo presidente de la democracia española y la única duda residía es si lo podría hacer en solitario o si necesitaría el apoyo de Vox.

Pero, ante esos números, Sánchez, en su rol de presidente del gobierno convocó a las urnas para el 23 de julio, por lo que la primera lectura que se hizo fue que su objetivo era acortar un calvario de medio año que lo llevaría a una derrota segura. Sin embargo, en este tiempo fue capaz de movilizar al electorado progresista aterrado ante la posibilidad de que Vox entrara en el Gobierno.

Ante la posibilidad cierta de esa pesadilla, el sombrío panorama que se proyectaba, provocó que el electorado más progresista le viera las orejas al lobo y se movilizara como no lo había hecho hace dos meses, lo cual podría ser tomado como ejemplo para el electorado argentino que, primero en agosto, y luego en octubre, necesariamente deberá poner un freno a la propuesta de recorte de derechos y represión.

 

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