Fue, lisa y llanamente, una burla. Y una provocación. Porque la presencia ayer de Silvio Robles ante la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados, sólo sirvió para demostrar el grado de complicidad y espíritu de cuerpo que entrelaza a quienes podrían echar algo de luz sobre los oscuros manejos de una Corte Suprema de Justicia cada día más desprestigiada.
Quien se desempeña como mano derecha del juez Horacio Rosatti, se negó a contestar preguntas sobre los presuntos chats filtrados con el ex ministro de Justicia de la ciudad de Buenos Aires, Marcelo D’Alessandro, o con el fallo que benefició a la ciudad de Buenos Aires en su reclamo por la quita de la coparticipación. El ex funcionario porteño, por su parte, no se presentó y pidió ser citado en otra fecha.
Sin lugar a dudas, la de Robles era la presencia más esperada desde que comenzó el juicio político a la Corte Suprema. Sin embargo, durante las cuatro horas en las que permaneció frente a los legisladores en la comisión, el funcionario judicial casi no abrió la boca.
Robles se amparó en el artículo 18 de la Constitución Nacional sobre el derecho a no autoincriminarse o en el reglamento del Poder Judicial. El tono monocorde, la reticencia a responder hasta la más simple de las preguntas – como, por ejemplo, su función en la Corte -, terminó generando el enojo y la impotencia de los diputados del oficialismo.
El director de la vocalía del juez Rosatti había sido convocado a comparecer para dar explicaciones en el marco de la causa por el fallo de coparticipación que benefició al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Y su relación con el ex ministro de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, era el eje que guiaba la hipótesis del Frente de Todos, según la cual la acordada de la Corte que incrementó la coparticipación porteña había sido negociada con el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta.
“Desde la creación de esta comisión en este recinto algunos diputados me han acusado falsamente de algunos hechos. Esos diputados han intentado construir historia base de calumnias o fantasías”, arrancó exponiendo Robles, quien pidió comenzar su exposición leyendo una carta. Dijo más en esos cinco minutos de lectura que en las cuatro horas restantes.
“Todo esto para atacar y presiona a un ministro de la Corta Suprema”, cuestionó, haciendo referencia a su jefe, Horacio Rosatti, a quien había dicho antes que admiraba “por su honestidad, su carácter y su integridad de principios”.
Al finalizar la carta, hizo la advertencia: no respondería ninguna de las “acusaciones falsas” de los diputados o las preguntas que pudieran incriminarlo en causas judiciales que tuviera en su contra. Las causas que involucraban a Robles, todas vinculadas a los chats filtrados, habían sido, en realidad, archivadas, y esto motorizó gran parte del debate – a los gritos – entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, ya que la oposición defendía que el derecho a no declarar contra sí mismo se sostenía, aunque la causa no estuviera más vigente. “Que miedo tienen”, ironizó Leopoldo Moreau, por fuera del micrófono.
Bajo esos fundamentos, anunció: “Me voy a abstener de contestar toda pregunta que pueda vincularse con las distintas acusaciones que se han hecho en mi contra y aquellas que me hagan en el día de hoy, hayan sido o no judicializadas”.
En tanto, los diputados nacionales del Frente de Todos (FdT) cuestionaron en la Comisión de Juicio Político de la Cámara baja la “reticencia” de Silvio Robles, a responder las preguntas de los legisladores sobre el fallo del máximo tribunal por la coparticipación que benefició a la Ciudad de Buenos Aires.
“Vamos a seguir preguntando, pero hay respuestas prediseñadas que no hacen fácil esto. No sé si tiene claro que es funcionario público y su sueldo se lo paga el pueblo, no Horacio Rosatti”, indicó el jefe del bloque oficialista, Germán Martínez, para quien “no es falta de educación, sino que es falta de respeto a otro poder del Estado”.
En un análisis de la presentación de Robles volcado en sus redes sociales, Martínez agregó: “Dijo ‘no ser abogado’ pero vino formateado por su abogado para no responder ninguna pregunta. Sin lugar a dudas fue un testigo reticente”.