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28 noviembre, 2024
PAÍS

Con Milei no hace falta ninguna “campaña del miedo”: él mismo es el monstruo que construyó a partir del odio

Por Eduardo D’Argenio.- El flamante partido que armaron a las apuradas Javier Milei con Mauricio Macri y Patricia Bullrich horas después de las elecciones del 22 de octubre, puso toda la carne en el asador y espera erigirse en la fuerza que gobernará la Argentina los próximos 4 años, siempre y cuando triunfe en el balotaje del domingo frente a Sergio Massa.

Eso sí, para concretar ese objetivo debería recibir el apoyo mayoritario de la población argentina ante un plan que, lisa y llanamente, bajo el nombre de “motosierra”, liquidará históricos derechos adquiridos y que, por lo tanto, afectarían de manera salvaje a la ya deteriorada clase trabajadora.

Y no se trata de una “campaña del miedo”, tal como con mala fe intentan mostrarlo desde la ultraderecha, con la obvia complicidad de los medios hegemónicos, sino que son hechos y promesas –la mayor parte de ellas impracticables y aberrantes- que hablan por sí solos.

Para tomar conciencia sobre lo que significaría un eventual gobierno del ultralibertario, basta con repasar cuáles son sus principales lineamientos, anunciados con idas y vueltas, además de contradicciones varias, que terminan por demostrar un evidente grado de desequilibrio ¿emocional? por parte no sólo del candidato de La Libertad Avanza, sino de otros cuantos más que forman parte de ese espacio, empezando por quien lo acompaña en la fórmula, Victoria Villarruel, más que negacionista, una declarada apologista de los peores crímenes de la última dictadura militar y defensora de genocidas.

Por ejemplo, en materia económica, algunas de sus ideas son:

-Un importante ajuste fiscal, más importante que el exigido por el propio FMI. Según él mismo explicó, lo haría a partir de que el Estado deje de hacerse cargo de algunas empresas públicas, como Aerolíneas Argentinas o YPF, además de los ferrocarriles.

-Unificación de los tipos de cambio.

-Cerrar el déficit financiero, vía reducción de gastos.

-Un ajuste que, según él dice, no lo pagará la sociedad, ni la producción, sino la política a través de una profunda reforma del Estado.

-Impulso de una modernización de las leyes laborales que significará la pérdida de derechos adquiridos en esa materia.

-Promoción de una reforma monetaria que termine con el Banco Central, además de dolarizar la economía.

En esta línea, afirmó que avanzará en el achicamiento del Estado para reducir el gabinete a ocho ministerios: Economía, Justicia, Interior, Seguridad, Defensa, Relaciones Exteriores y de Infraestructura. El único ministerio que crearía es el de Capital Humano, que absorbería Salud, Desarrollo Social, Trabajo y Educación.

Además, Milei proyecta el cierre o la privatización de empresas públicas y organismos “que se utilizan como refugio de ñoquis de la política”. En ese grupo menciona tanto al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), como al Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI).

El objetivo es privatizar o cerrar todas las empresas estatales, destacando a la agencia de noticias Télam, TV Pública, Conicet y “todas las demás entidades que sirven de refugio para los ociosos políticos”.

Más allá de las desmentidas, Milei fue muy claro en cuanto a que, en materia de política exterior, no dudará en romper relaciones diplomáticas con Brasil y China, es decir dos de los principales socios comerciales del país, mientras que desde su espacio también llegaron a plantear el fin del vínculo con el Estado del Vaticano.

Además, se insiste en la privatización de la Salud y la Educación, dado que “el mejor sistema posible es uno donde cada argentino pague por sus servicios. Esto es así. No es debatible”. Sobre la educación, el programa político insiste sobre el concepto presentado por Milei sobre un sistema de “vouchers”, y busca “avanzar en mayores grados de libertad en la elección de contenidos, métodos y educadores”.

En cuanto a la Salud a nivel nacional, se buscaría “liberar la cautividad de los afiliados a los seguros sociales de salud, esto es, obras sociales nacionales, PAMI y demás, para que la gente elija libremente estableciendo una libre competencia entre todos estos entes financiadores”.

Milei y su espacio proponen “arancelar todas las prestaciones y auto gestionar el servicio de salud en trabajos compartidos con la salud privada”, así como “promover leyes que permitan que tanto profesional como paciente puedan pactar honorarios a pagar”.

Como si fuera poco, un eventual gobierno de Milei propone la “desregulación del mercado legal” de la venta de armas de fuego, y “proteger su uso legítimo y responsable por parte de la ciudadanía”. “Los de gorro azul son los buenos y los hijos de puta son los que andan con palos y trapos”, dijo más de una vez.

Sobre la infraestructura, Milei propone “una revolución de obras basadas en dos esquemas”. El primero es la “eliminación total de la obra pública, reemplazándola por un esquema de iniciativa privada a la chilena” que, según él, dará pie a “una avalancha de obras que el sector privado necesita para su desarrollo”.

“El segundo esquema es revolucionario y está basado en la promoción desde el Estado nacional de un programa nacional de fomento a los fideicomisos de urbanización, infraestructura vecinal y construcción al costo”. “Fomentaremos el desarrollo masivo de obras particulares financiadas por el sector privado a través del crédito privado, donde cada familia decidirá qué obra realiza, en dónde, cuándo y de qué manera”, aclaró.

En tanto, anuncia que, con el ministerio de Capital Humano instalado, le dará salida a los programas sociales de forma “progresiva”.

Y reiteró que se vendrá una más que considerable reducción de los subsidios a las tarifas de servicios públicos de luz, gas y agua, además del transporte urbano de pasajeros.

La lógica indica que, por una cuestión de conveniencia ante la cercanía del balotaje, no sería lo más recomendable  abordar algunas de sus ideas más delirantes, pero es sabido que Milei está a favor de la venta legal de bebés humanos, y de un mercado libre para la comercialización de órganos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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