Por Eduardo D’Argenio.- “Nos apena a todos tener que tomar medidas por el desastre, la irresponsabilidad y el desinterés por la cosa pública”, dijo esta mañana el vocero presidencial Manuel Adorni, haciendo gala del cinismo que lo caracteriza. Y remató, con esa sonrisa sobradora que es su sello: “Den por hecho que Argentina va a cambiar, lo vamos a lograr”.
Con estas palabras, Adorni no hace otra cosa que otorgarle una pátina de falsa sensibilidad a las salvajes medidas lanzadas ayer por Luis Andrés “Toto” Caputo, con el claro intento de buscar algún grado de empatía entre los verdaderos damnificados por los anuncios, es decir, la clase media, los trabajadores, los jubilados, las Pymes, los desempleados… En otras palabras, una vez más –pero ahora de una manera brutal, casi indecente, despiadada- los mismos de siempre.
Por lo tanto, aquella bandera que Javier Milei levantó durante su campaña –y que sus libertarios seguidores repitieron sin razonar demasiado, sólo empujados por el odio- en cuanto a que “el ajuste únicamente lo pagará la casta política”, fue únicamente un mensaje para la tribuna y una puesta de escena que, hay que reconocerlo, lograron su objetivo porque terminó siendo elegido presidente, nada más ni nada menos.
Está claro que las medidas apuntan directamente a la vida y el bolsillo de la gran mayoría de los argentinos, mientras que los recortes a la “casta” son apenas simbólicos.
En otras palabras, economistas precisan que los ajustes asignados a “la casta” pueden alcanzar, como máximo, un 0,58 % del presupuesto, mientras que los que tienen como destinatarios a la gente de a pie pueden alcanzar un 12,59 % del presupuesto total, o incluso más.
Así, con este brutal shock devaluatorio recesivo tendrá como resorte inmediato un gran salto inflacionario inicial que será soportado en mayor medida por los sectores de ingresos fijos, teniendo en cuenta que los precios que más aumentarán serán los de los alimentos, que reflejarán de lleno el impacto de la devaluación del 118 %.
Una de las primeras frases que en la tardecita de ayer eligió Caputo para intentar justificar lo que vendría minutos después, fue cuando volvió a decir que “estamos ante la peor herencia de nuestra historia”. Y lo dijo el mismo Caputo que fue secretario, luego ministro de Finanzas y finalmente presidente del Banco Central de la República Argentina entre los años 2016 y 2018, período en el que la deuda externa argentina se incrementó en más de 96.000 millones de dólares
Su paso por la función pública en tiempos del macrismo quedó marcada, además, por aquel tristemente célebre “Bono a 100 años”, que no hizo más que condenar el pago de esa deuda a las generaciones futuras.
“Vamos a estar durante unos meses peor que antes”, también pronosticó el ministro durante su discurso, en el que algo menos de 20 minutos le resultaron suficiente para confirmar que aquella famosa “campaña del miedo” sobre la que venía alertando Unión por la Patria, no solamente no era mentira –tal como denunciaban desde el ahora oficialismo-, sino que empezó a concretarse a partir de ayer.
Es que lo que viene a partir de ahora puede llegar a ser la más violenta y dolorosa transferencia de ingresos de las últimas décadas, desde los sectores del trabajo y de la tercera edad, hacia el bolsillo de los dueños de las grandes empresas que ya vienen aplicando aumentos de precios que, en las últimas semanas, promediaron entre el 60 y el 120 %.
Finalmente, Milei, aquel león salvaje, el outsider de la política, el ex panelista transgresor de la TV, el distinto, demuestra que, tal como era de imaginar, es otro súbdito y obediente representante del llamado establishment -con el FMI a la cabeza- y que, con esa sumisión a lo más deplorable del macrismo, termina castigando al pueblo y salvando a la “casta” que prometía combatir.