El sociólogo Alain Touraine afirmaba que el mundo evoluciona hacia dos tipos de denominaciones contrapuestas: la dictadura del mercado (y de la racionalidad instrumental), y la dictadura de la identidad. “La primera -dice- da lugar a la alienación de las sociedades capitalistas avanzadas, y la segunda a todo tipo de integrismos y fundamentalismos”. Y aclara: “Esta escisión no necesariamente recorta sociedades y sujetos diferentes, sino puede darse en el seno de la misma sociedad y con el mismo sujeto. Los mismos individuos que siguen a la letra la racionalidad capitalista son capaces de embarcarse en todo tipo de rituales y supercherías místicas”.
El presidente Javier Milei, el mismo que habla de la “libertad de mercado”, que defiende a ultranza el capitalismo más salvaje, es el mismo que para tomar decisiones se hace tirar las cartas de tarot por su hermana Karina, habla con Conan, su perro muerto, se acerca al misticismo de la Jabad Luvatitch, un grupo ultra conservador mesiánico judío, y confía una y otra vez en “las fuerzas que vienen del cielo”.
El presidente ha señalado en algunos reportajes que “Kari es Moisés y yo soy el que divulga. Soy solo un divulgador, ella es el Mesías”, de allí el poder de su hermana, a quien consulta día y noche y hoy ya es para muchos el ‘Rasputín de la Casa Rosada’, el terror de todos los ministros y funcionarios. Marcelo Bonelli, hombre fuerte del Grupo Clarín, escribió en un artículo que la razón principal para que la vicepresidenta Victoria Villarruel haya sido desplazada de la Casa Rosada fue por un comentario frente a un grupo de senadores en las primeras horas del nuevo gobierno. Villarruel, convencida de que iba a controlar Defensa y Seguridad, al mencionar a Karina se refirió a “la tarotista”. El comentario llegó rápidamente a los hermanos Milei que no le perdonaron su frase y quedó fuera de toda decisión gubernamental.
El problema de este misticismo en dirigentes de extrema derecha es su mesianismo, considerarse elegidos, no aceptar ninguna crítica y, muchos menos, el juego democrático.
Sin hacer comparaciones tediosas con los nuevos dirigentes de derecha que han surgido en Europa y en América Latina no debemos olvidar que el nazismo tuvo mucho de misticismo. Decían que el “hombre nuevo” poseería poderes psíquicos y tendría un poder ilimitado sobre el Universo. Consultaban asiduamente astrólogos y adivinos, creían en las runas, en la Atlántida, en el misticismo tibetano y en los poderes psíquicos. Hermann Rauschning, autor del libro Hitler me dijo (1939) y opositor al nazismo escribió: “En el fondo todo alemán tiene un pie en la Atlántida, donde busca una patria mejor y un mejor patrimonio. Esta doble naturaleza de los alemanes, esta facultad de desdoblamiento que les permite al mismo tiempo vivir en el mundo real y proyectarse a un mundo imaginario se manifiesta de manera especial en Hitler y nos da la clave de su socialismo mágico”.
Volvamos a aclarar: no estamos haciendo una comparación lineal de los líderes de derecha que han surgido en este siglo en Europa y América Latina con el nazismo con todas sus atrocidades. Simplemente, cómo afirma Touraine, analizamos a estos ultracapitalistas y su veta mística o religiosa. Hay que tener cuidado cuando un presidente anuncia una guerra de los buenos contra los malos y nos dice una y otra vez que “jamás la noche pudo vencer al día” y nos recita que “la victoria para la batalla no depende de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo”.