El presidente Javier Milei emprenderá hoy un nuevo viaje a Estados Unidos para exponer por primera vez en el Debate General de la 79° Asamblea General de las Naciones Unidas que se realizará en Nueva York, donde protagonizará una serie de actividades en el marco de la visita, siempre con personajes de derecha. En su viaje preparara el veto a la ley de financiamiento universitario y trabajara con su equipo en como privatizar con quien sea aerolíneas Argentinas. Su única obsesión es doblegar a los gremios aeronáuticos.
En un avión privado, ya que el oficial se encuentra en mantenimiento, el libertario partió está mañana con destino a los Estados Unidos. La delegación presidencial estará conformada por el ministro de Economía, Luis Caputo; la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich; la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei; y la canciller, Diana Mondino. Podría sumarse a la delegación el titular del Banco Central, Santiago Bausili.
En agenda, el mandatario tiene previsto reunirse este domingo con periodistas del New York Times en la sede del periódico estadounidense.
El lunes por la mañana participará de la apertura de la jornada bursátil en la Bolsa de Valores de Nueva York. Allí disertará ante inversores y realiza el tradicional toque de campana que indica el inicio de operaciones.
En su sexta visita a las tierras conducidas por Joe Biden, el mandatario volverá a entrevistarse por tercera vez con el Director Ejecutivo de Tesla, Elon Musk, con quien mantiene un sólido vínculo. Milei cerrará la jornada del lunes con una exposición de poco más de 10 minutos ante autoridades del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos.
El martes, en la previa a la Asamblea de la ONU, el mandatario se reunirá a las 15 con el vicepresidente de Política Global y Asuntos Gubernamentales de Google, Karan Bhatia. A las 16, tomará la palabra por primera vez en la 79° Asamblea General de las Naciones Unidas, donde se espera que hable en el cuarto turno, lejos de su par de Irán, Masoud Pezeshkian, con quien no quiere saludar.
El contenido de su discurso será similar al que pronunció a principios de año en el Foro de Davos, y se centrará en cuestionar la Agenda 2030. No es la primera vez que el libertario rechaza el cambio climático y las políticas de igualdad de género, por lo que se dedicará a profundizar su ya conocida posición.
Aerolíneas. El presidente sigue con su decisión de destruir el Estado nacional. Su última obsesión es privatizar o regalar Aerolíneas Argentinas. El ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, afirmó que no habrá aumento a los empleados y que venderá la empresa sea como sea. Mauricio Macri, que solo piensa en sus negocios, salió públicamente a respaldar la decisión presidencial, pidió “la liquidación” y el “desarme” de la aerolínea.
Los gremios, en tanto, ratificaron en sendas asambleas el plan de lucha para defender los salarios y la continuidad de Aerolíneas Argentinas.
Cada vez que asume un gobierno de derecha, liberal o libertario, la empresa estatal Aerolíneas Argentinas se convierte en un indisimulado objeto de deseo mercantil. En los años 90, el gobierno de Carlos Menem la privatizó. Pasó de mano en mano y fruto de la resistencia de los trabajadores y la población, la empresa se recuperó, se reestatizó, durante los gobiernos kirchneristas. Macri intentó avanzar contra ella. No tuvo tiempo para venderla y por eso ahora respalda sin miramientos la maniobra de Milei e incluso dijo que el gobierno debería apoyar el proyecto de su diputado Hernán Lombardi para privatizar AA en base a la norma que usó el menemismo en los años 90.
Los gremios aeronáuticos intentan, sin mucho éxito, hacer entender a la población que las medidas de fuerza, que van desde asambleas en los lugares de trabajo y paros, están enmarcados en la lucha por la actualización salarial y en defensa de la línea de bandera. No lo consiguen. Los grandes medios de comunicación, todos aliados de Milei, no tienen problema en adjetivar como “salvaje” las medidas de fuerza y poner a los usuarios como víctimas de una voracidad sindical y así generar un consenso social a favor de la venta de la línea de bandera.