Con gritos de guerra, con el odio a flor de piel, y la constante incitación a dar una “batalla cultural” definitiva contra los “enemigos” -simplificados con el rótulo de “zurdos de mierda”-, algunas de las figuras jóvenes del liberalismo, que ganaron cierta dudosa celebridad en los últimos tiempos a fuerza de insultos y desprecio en las redes sociales, montaron un acto que tuvo una estética demasiado similar al Partido Nacional Fascista de los años 30′, referencia de la que ellos mismos se jactaron.
Dicen que el verdadero “padre” de esta movida fue Santiago Caputo, el asesor estrella de Javier Milei, quien tuvo a su cargo poner en la cancha el “brazo armado” de los libertarios en un teatro de San Miguel, y que sus adláteres decoraron con una puesta en escena a lo Benito Mussolini.
El Gordo Dan, Agustín Romo y Agustín Laje se subieron a un escenario en el que colgaban las banderas banner típicas del fascismo: en ellas se leían las palabras “propiedad”, “libertad”, “vida”, “Dios”, “patria” y “familia”.
“Argentina será el faro que ilumina el mundo”, decía la bandera central. Una alusión al Faro del Duce, la “Rocca delle Caminate” que Mussolini convirtió en su residencia veraniega en la región de Emilia-Romagna. La luz iluminada del faro indicaba la presencia del líder fascista en ese fortín medieval restaurado.
Romo y el Gordo Dan subieron cantando el atonal himno libertario, que en realidad es una canción hecha por Inteligencia Artificial: “Me chupa la pija la opinión de los kukas”, entonaron, enardecidos.
Envalentonado por lo que era ese microclima dominado por una concurrencia con no pocos desaforados y recargados de odio, el Gordo Dan, líder del escuadrón digital de Caputo, fue uno de los oradores principales: “La agrupación Fuerzas del Cielo que se está formando hoy aquí es el brazo armado de La Libertad Avanza, es la guardia pretoriana del presidente Javier Milei”.
Como carta de presentación, en el flyer al que se invitaba a las huestes libertarias, se podía leer: “Ellos vienen contra nosotros, llenos de orgullo e impiedad, a matarnos a nosotros y a robarnos lo que tenemos. Nosotros, en cambio, luchamos por nuestras vidas y costumbres. No les tengan miedo, el Cielo los destruirá frente a nosotros”.
La lista de oradores incluyó legisladores nacionales y provinciales, funcionarios del Gobierno, influencers y el flamante presidente de la fundación oficialista Faro, Agustín Laje, a quien trataron con la devoción de un gurú.
“Los años que vienen son de pura gloria, de victoria, pero también de mucho combate, porque las verdaderas contradicciones políticas por fin están emergiendo”, dijo Laje.
A su juicio, nuestro país está partido entre los buenos y los malos: “Podemos identificar perfectamente a la gente de bien y a la gente de mal; sabemos quién está en cada bando por primera vez en la historia. De un lado estamos los que defendemos la vida y la dignidad humana; y del otro lado están los zurdos hijos de puta”. Mientras lo ovacionaban, completó: “Lo mínimo que podemos hacer con ellos es insultarlos, y si quieren llorar, que lloren”.
Tal vez el tramo más descarnado de su temerario y violento discurso, fue cuando planteó que “nuestros valores empiezan a disputar realmente contra los otros. El valor de la libertad contra el valor del estatismo. El valor de la propiedad contra el valor de los parásitos. El valor de la familia contra el valor de los pervertidos sexuales que quieren reventarles la cabeza a los niñitos en la provincia de Buenos Aires, con esos manuales de mierda que reparte Kicillof. El valor de la virilidad contra el valor de la víctima perpetua. El valor de la vida contra el de los pañuelitos verdes”.
No fue casualidad que el discurso de Laje (algo más de media hora), haya sido el de mayor extensión, teniendo en cuenta que estamos hablando de la nueva estrella del firmamento libertario. Después de todo, el verdadero “think tank” libertario, Fundación Faro, presidido por este personaje oscuro, realizó días atrás su cena de lanzamiento en el Yacht Club de Puerto Madero.
La idea de la Fundación consiste, como él mismo lo explicó, en formar a los gladiadores de la “batalla cultural” que impulsa Javier Milei. Laje es un escritor y ensayista de la derecha radical, muy prolífico y popular en todo el continente, que ha participado de varios actos con el propio Milei, y que ha sido calificado por el presidente como “una de las mentes más brillantes” que ha conocido.
Completando esta siniestra trilogía con el Gordo Dan y Laje, aparece Nicolás Márquez, biógrafo del mandatario, que suele identificar a los homosexuales como “depravados” o “enfermos”.