Hay viento y demasiadas nubes en el cielo del peronismo. Los optimistas creen que el viento se llevará la tormenta y volverá el sol; los pesimistas consideran que lloverá demasiado, arrasando con un movimiento que está cerca de cumplir 80 años y que podría desaparecer para siempre, como sucedió con el APRA peruano o el PRI de México.
La historia dice que el peronismo supo adaptarse a los tiempos. Soportó los bombardeos a Plaza de Mayo, 17 años de proscripción, tomó las armas cuando fue necesario, soportó la muerte del líder y los 30.000 desaparecidos, además de los traidores. El peronismo ha sido eso y mucho más. Pero, más allá de su historia, vive momentos difíciles.
Cristina es la gran líder del peronismo, pero está, según muchos, desgastada. Asumió la presidencia del PJ y no asistió ninguno de los seis gobernadores: Axel Kicillof (Buenos Aires), Ricardo Quintela (La Rioja), Gildo Insfrán (Formosa), Raúl Jalil (Catamarca), Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Sergio Ziliotto (La Pampa). Tampoco la CGT.
La mayor preocupación en la militancia, además de la política brutal y cruel del libertario, es el enfrentamiento entre Cristina y Axel, quizás la figura más importante que ha dado el peronismo en los últimos años. La llamada foto de la unidad en Moreno, para muchos, no fue tal. El gobernador es ninguneado por diferentes sectores que no le perdonan no haber apoyado la candidatura de Cristina al PJ Nacional, mientras que desde la cercanía de Kicillof acusan que “hay que terminar con las convocatorias a las patadas y los maltratos”.
Más allá de algunas chicanas de la expresidenta sobre los “peronistas tardíos” en relación a Kicillof, que ahora vienen a “explicar qué es el peronismo”, la historia dice que Néstor Kirchner fue parte de la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN), que dirigieron, entre otros, Rodolfo Achem y Carlos Kunkel, y que en 1973 se incorporaron a la Juventud Universitaria Peronista. La misma Cristina ha contado en público que votó a Perón desde la izquierda con la boleta del FIP de Abelardo Ramos. En 1974, un grupo de la JUP se sumó a Montoneros y otro decidió no tomar las armas contra el gobierno peronista. Néstor y Cristina estuvieron en este último lado y, cuando sus vidas corrían peligro, se refugiaron en Santa Cruz.
Pero todo esto es historia. Poco le interesa a la mayoría de los argentinos, quienes no llegan a fin de mes, son despedidos de sus trabajos, no pueden comprar remedios. A los argentinos poco les interesa la historia del peronismo, ni siquiera la “década ganada”. El mundo cambió, y el peronismo debe adaptarse y dar respuestas para hoy y mañana.
En 2003, Néstor fue lo nuevo; luego fue Cristina en 2007 y 2011, pero ya en 2013 Massa fue lo nuevo con su discurso sobre la “seguridad”. Más tarde, Macri llegó con los globos y la alegría, y en 2019 el peronismo prometió “volver para ser mejores”. En 2023, Milei prometió terminar con la inflación y culpó a la “casta”, pero no dijo que esa “casta” eran los trabajadores, los jubilados y los más pobres entre los pobres. Siempre se vota futuro.
El peronismo necesita a Cristina y también a Axel, la figura más representativa y popular que ha dado el kirchnerismo. Pero, más allá de los nombres, se necesitan nuevas propuestas, nuevas ideas. En 1985, Antonio Cafiero, perteneciente a la vieja guardia, supo rodearse de jóvenes para plantear una renovación y recuperar la esencia del peronismo. Muchos dirán que esa renovación perdió frente al menemismo, pero esa es otra historia.
Unamos lo mejor de la historia del peronismo y volveremos a ser una alternativa de poder. Para ser mayoría hay que debatir nuevas ideas, dejar de ser analógicos para ser digitales, confrontar con el otro, ganar la calle y dar la batalla en las redes sociales, estudiar, ser claros en nuestro rumbo, ganar la confianza de la gente y tener un corazón dispuesto al combate por un país mejor. Escuchemos a Antonio Cafiero: