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12 noviembre, 2025
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El Gobierno celebra una inflación del 2,3%, mientras la gente ya no llega al 15 del mes

La inflación de octubre fue del 2,3%, según informó este miércoles el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). De esta forma, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) acumula un alza del 24,8% en los primeros diez meses del año y una variación interanual del 31,3%.

Pese a los discursos oficiales, la inflación no se detiene: crece mes a mes mientras los salarios y jubilaciones siguen congelados, golpeando con más fuerza a los sectores medios y bajos.

La división de mayor incremento mensual fue Transporte (3,5%), impulsada por el alza en combustibles y servicios. Le siguieron Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles (2,8%), con subas en tarifas reguladas y alquileres.

En tanto, la división Alimentos y bebidas no alcohólicas fue la que más incidió en la inflación general —excepto en la Patagonia, donde la mayor presión provino de los servicios de vivienda—, afectando el bolsillo de los hogares.

Las divisiones con menor variación fueron Equipamiento y mantenimiento del hogar (1,6%) y Recreación y cultura (1,6%), aunque ambos rubros ya acumulan fuertes incrementos en lo que va del año.

A nivel de categorías, los precios estacionales (2,8%) lideraron el alza, seguidos por los regulados (2,6%) y el IPC núcleo (2,2%), que refleja la inflación más persistente del sistema.

Tras conocerse el dato, el ministro de Economía, Luis Caputo, volvió a expresarse en su cuenta de X (ex Twitter), intentando ponerle un tono optimista al informe: “La variación interanual del IPC Nacional fue de 31,3%, registrándose dieciocho meses consecutivos de desaceleración en la comparación con igual mes del año anterior. Esta variación interanual es la más baja desde julio de 2018”.

Sin embargo, para la mayoría de los analistas, Caputo busca disfrazar la recesión como éxito antiinflacionario. La baja velocidad en el aumento de precios se explica más por la caída del consumo, el freno a la actividad y la falta de crédito, que por una verdadera estabilización de la economía.

La aparente “desaceleración” no se traduce en alivio para la población. Con sueldos reales en caída, consumo deprimido y niveles de pobreza superiores al 50%, la mejora estadística se vuelve un dato frío frente a una realidad caliente.

Mientras el Gobierno celebra una inflación menor al 3%, la economía real se derrite: comercios vacíos, ventas paralizadas y familias que sobreviven con créditos informales o fiado.

El relato de la estabilidad se apoya en un país que consume menos, produce menos y ahorra nada. La inflación baja porque la economía se paraliza, no porque se ordene.

El Gobierno intenta vender una narrativa de éxito mientras la realidad muestra una economía estancada, salarios rezagados y precios que siguen subiendo. Octubre cierra con un dato que el oficialismo festeja y que la gente siente cada vez menos: la inflación baja, pero el costo de vida no.

 

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