Mientras el gobierno de Javier Milei se rinde ante el mercado y acepta que el próximo año habrá más inflación, en el Congreso se intenta imponer una agenda a las apuradas y sin debate. La decisión oficial de permitir devaluaciones por encima del 2% mensual deja al descubierto que el relato del “control inflacionario” ya no se sostiene ni puertas adentro.
En paralelo, la orden en Diputados es clara: dictamen hoy y votación mañana del Presupuesto 2026, sin discusión real, sin escuchar a la oposición y sin siquiera atender los reclamos de los gobernadores “amigos”, a quienes el Ejecutivo ofrece apenas migajas a cambio de apoyo político.
Mientras tanto, la CGT, las dos CTA y amplios sectores sociales trabajan contrarreloj para una movilización masiva a Plaza de Mayo el próximo jueves contra la Reforma Laboral, una iniciativa que recorta derechos históricos de los trabajadores. La marcha ya cuenta con el respaldo del gobernador Axel Kicillof, del peronismo, de la izquierda, de los jubilados y de organismos de derechos humanos.
Bandas que no se tocaban… hasta que se tocaron
Desesperado por no poder bajar la inflación ni acumular las reservas que le exige el FMI, el gobierno decidió modificar el esquema cambiario. A partir del 1° de enero, el Banco Central permitirá que el dólar se mueva al ritmo de la inflación. Según informó la entidad, el techo y el piso de la banda de flotación se ajustarán mes a mes en función del último dato del INDEC.
La medida contradice de manera directa lo que Milei y Toto Caputo habían prometido apenas días atrás: “Las bandas no se tocan”.
La realidad es más cruda: cerradas las fuentes de financiamiento —FMI, Tesoro de Estados Unidos y mercado—, el Gobierno empezó a arriar banderas, comprar divisas y cambiar reglas para poder enfrentar los vencimientos de enero de los Bonos Globales y Bonares.
Presupuesto exprés y Congreso blindado
Mientras Caputo reescribe el manual económico sobre la marcha, el diputado Alberto “Bertie” Benegas Lynch, reelecto al frente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, busca sacar dictamen del Presupuesto 2026 en tiempo récord. El objetivo es aprobarlo antes de las Fiestas, junto con la ley de Inocencia Fiscal (los “dólares del colchón”) y la de Compromiso para la estabilidad fiscal y monetaria, que prohíbe por ley el déficit y congela cualquier iniciativa que no tenga financiamiento.
Para garantizar los votos, La Libertad Avanza armó todas las comisiones con mayoría propia, bloqueando cualquier discusión real. La matemática se completa con bancas cedidas a provincias “amigas” como Misiones, Salta, San Juan, Tucumán y Catamarca. Aun así, algunos gobernadores ya hacen saber su malestar frente al ajuste y a los fondos escasos que les ofrece la Casa Rosada.
La calle se organiza
Mientras el Congreso funciona a presión, la calle empieza a marcar límites. La CGT y las CTA, junto al peronismo, la izquierda y organismos de derechos humanos, impulsan una movilización contra las políticas de hambre del gobierno y la Reforma Laboral que beneficia al empresariado a costa de los trabajadores.
Axel Kicillof confirmó que participará activamente de la marcha y fue contundente: “Está diseñada para empeorar la situación de la Argentina. Llamarla modernización laboral es un nombre pésimamente puesto. Es un retroceso que nos lleva a la Asamblea del año XIII”.
La izquierda también marchará, aunque con un acto propio, y ya reclama un paro nacional activo el día que la reforma laboral llegue al Senado, posiblemente entre Navidad y Año Nuevo.
Milei corre porque la economía no responde, las reservas no aparecen y el relato se deshilacha. Cambia las reglas, aprieta el Congreso y acelera leyes como si el calendario pudiera tapar el fracaso. Pero mientras el Gobierno gobierna para el mercado y el FMI, la calle empieza a hablar.
