Seamos claros: en una sesión maratónica y a las apuradas, el Gobierno logró aprobar en general el proyecto de Presupuesto 2026 y prácticamente todos los capítulos que castigan a jubilados, asalariados, la educación pública y a las provincias, sin fondos ni compensaciones. Fue una paliza parlamentaria para una oposición fragmentada, con la excepción del peronismo, que fue el único bloque que se mantuvo firme de principio a fin.
Pero cuando todo parecía una debacle total, el oficialismo sufrió un revés clave: no logró sostener el artículo 75, considerado inconstitucional, que buscaba derogar las leyes de Emergencia en Discapacidad y de Financiamiento Universitario.
La iniciativa fue aprobada en general con 132 votos afirmativos, 97 negativos y 17 abstenciones, y girada al Senado sin el capítulo XI, donde estaba escondido —metido por la ventana y a último momento— el polémico artículo 75. La media sanción fue posible gracias al respaldo de los gobernadores peronistas de Tucumán (Osvaldo Jaldo) y Catamarca (Raúl Jalil), junto a mandatarios provinciales aliados como Gustavo Sáenz (Salta), Hugo Passalacqua (Misiones), Marcelo Orrego (San Juan) y Claudio Vidal (Santa Cruz). Para eso, negociaron hasta el último minuto con el ministro del Interior, Diego Santilli, obras y recursos para sus provincias.
La caída del capítulo XI, que apenas reunió 117 votos positivos contra 123 negativos y dos abstenciones, fue celebrada con euforia por toda la oposición. Allí no solo se intentaba avanzar contra la discapacidad y la universidad pública, sino que también se colaban medidas para recortar el régimen de zona fría, eliminar la actualización automática de la AUH, la Asignación por Embarazo y las Asignaciones Familiares, y ajustar las prestaciones por discapacidad trimestralmente y a la baja, bajo el esquema que pretendía imponer el Gobierno.
El mensaje quedó claro: el oficialismo pudo imponer su presupuesto de ajuste, pero cuando la motosierra quiso ir por los más vulnerables y por la universidad pública, encontró un límite político. La pregunta ahora es si el Senado será un simple trámite… o el escenario donde el ajuste empiece, por fin, a crujir.
