Javier Milei salió a despejar rumores y dejó una definición que encendió alarmas: no vetará el Presupuesto 2026, pero tampoco cumplirá las leyes que no encajan en su dogma del déficit cero. El Presidente aseguró que permitirá que el Senado apruebe el texto tal como llegó de Diputados, aunque dejó en claro que luego “acomodará las partidas” a gusto y piacere del Ejecutivo, incluso si eso implica desfinanciar educación y discapacidad.
“No voy a vetar el Presupuesto, pero vamos a acomodar las partidas para tener déficit cero”, dijo sin rodeos. Traducción política: la ley se vota, pero el ajuste lo maneja la Casa Rosada.
La Libertad Avanza consiguió la media sanción en Diputados, pero no como Milei soñaba. La oposición logró voltear el capítulo XI, donde el oficialismo escondía la derogación de la emergencia en discapacidad y el financiamiento universitario. Fue el límite que el Congreso le marcó a la motosierra. Por eso, en la semana posterior, desde Balcarce 50 dejaron trascender que el Presupuesto “no servía” y que era “deficitario”.
Ahora, el relato cambió. Con la presión de cerrar el año con Presupuesto aprobado, tal como reclama Estados Unidos y los mercados, el Gobierno aceptó que el Senado lo vote sin cambios. El objetivo es uno solo: tener la ley y después vaciarla por ejecución.
Este domingo, Milei y Patricia Bullrich encabezaron una reunión con el bloque libertario y aliados en el Senado. En el oficialismo aseguran que los votos están: a los 21 senadores propios se sumarían sectores del PRO, la UCR, los misioneros del Frente Renovador de la Concordia, aliados provinciales y bloques sueltos. La sesión está prevista para el viernes 26 al mediodía.
Milei intentó mostrar control. “Logramos quórum, se votó por capítulos y se aprobaron 11 de 12”, celebró, minimizando el golpe político. “Hoy tenemos media sanción y eso es muy importante”, insistió, aunque el artículo que perdió era justamente el que más necesitaba para avanzar con su agenda de recortes.
El Presidente remarcó que el Presupuesto “está construido sobre la base de déficit cero” y prometió que no subirá impuestos. El ajuste, una vez más, no pasará por los sectores concentrados, sino por el gasto social.
Promesas y negaciones
En la misma entrevista, Milei volvió a prometer que la inflación “entre junio y agosto del año que viene será cercana a cero”, defendió haber hecho “el ajuste más grande de la historia” y aseguró que en enero pagará 4.300 millones de dólares de deuda externa. “Tenemos cash y alternativas de financiamiento”, dijo, sin dar precisiones.
También insistió con su relato idílico: según su visión, bajó la pobreza, mejoraron los salarios informales y cayó el desempleo. En ese marco, volvió a empujar la reforma laboral antisindical, que se tratará en febrero. Prometió que no quitará derechos, aunque celebró cambios en el sistema de indemnizaciones y relativizó las críticas, incluso contradiciendo a su propio ministro Federico Sturzenegger.
En otro tramo, Milei se defendió de los escándalos de corrupción que rodean a su gobierno. Negó irregularidades en el caso Libra, desestimó los audios de coimas en ANDIS y defendió la designación de funcionarios con causas judiciales abiertas. “Tener causas no es lo mismo que tener condenas”, sentenció.
Sobre la reelección, negó cualquier intento de reformar la Constitución y juró que su vida política terminará tras uno o dos mandatos. Se comparó con Moisés, habló del “peligro” del sillón presidencial y admitió que el poder puede convertir a cualquiera en emperador.
Milei no vetará su Presupuesto, pero sí vetará su espíritu. El Congreso podrá sancionar la ley, pero la lapicera final quedará en manos del Presidente. Educación, discapacidad y políticas sociales ya no dependen del Parlamento, sino de una planilla de Excel. El ajuste avanza por decreto silencioso, mientras la democracia mira desde la tribuna.