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27 noviembre, 2024
PAÍS

Lo que viene: Trump, Macri y el peronismo

Por Alfredo Silletta. El compositor cubano Silvio Rodríguez contó que iba en un avión hacia la Nicaragua sandinista y se dio cuenta que no tenía una canción sobre ese país. Ahí mismo, en pleno vuelo escribió Canción Urgente para Nicaragua. Hoy nos levantamos con el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos y me dan ganas de escribir unas líneas. No soy analista internacional ni este portal lo es, más bien hablamos del país y especialmente de la provincia de Buenos Aires.

Todo el establishment de las grandes potencias, de los medios concentrados de noticias, de sectores progresistas están “horrorizados” con el triunfo de Donald Trump. Nadie defenderá en este artículo a Trump que es un misógino, racista y ultraconservador pero los norteamericanos pobres, los desempleados lo eligieron y punto. Del otro lado, no estaba Fidel Castro ni el Che Guevara, estaba Hillary Clinton, responsable directa del genocidio en Libia, de los ataques brutales hacia el pueblo árabe y una defensora de las políticas de Wall Street.

El norteamericano medio cuando votó hace ocho años a Barak Obama creyó en su discurso a favor de la creación de empleos y de ponerle un freno a los codiciosos bancos, luego del escándalo de las hipotecas subprime que llevó a miles de norteamericanos a perder su casa. Obama hizo todo lo contrario: defendió a las grandes corporaciones de Wall Street para que los bancos no quebraran dándole toneladas de dólares.

En las últimas décadas, la política de las finanzas gobierna al mundo y sus consecuencias han sido devastadores para los trabajadores. Ya lo dijo el Papa Francisco en los últimos días cuando se preguntó: “¿qué le pasa al mundo de hoy que, cuando se produce la bancarrota de un banco, de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta bancarrota de la humanidad – el drama de los refugiados- no hay casi ni una milésima parte para salvar a estos hermanos que sufren tanto?”.

En la Argentina, el gran derrotado se llama Mauricio Macri. Soñaba con abrir el país, sumarse al NAFTA, seguir logrando dinero de mundo financiero para seguir endeudándonos. Tanto Macri como su canciller, Susana Malcorra, jugaron abiertamente a favor de Clinton. Trump ya dijo que no le interesa el tratado de libre comercio, que cerrará sus fronteras y defenderá el trabajo norteamericano. Con Trump el mundo se cerrará para defender sus propias economías.

Que hará Macri, que con la apertura discriminada que en 10 meses llevó al colapso a las pequeñas empresas, lo que produjo además una baja brutal del consumo por la devaluación y el aumento en los alimentos, tarifas y transporte. Hizo todo lo contrario de las políticas de los últimos doce años que apostaron por la defensa de la industria nacional, de cerrar las fronteras, de los aumentos salariales y consumo interno.

Hoy más que nunca, las políticas del peronismo de cerrar las fronteras, pensar en la Patria Grande, crear trabajo y consumo con altos salarios deben ser las banderas para enfrentar las políticas neoliberales de Macri. Con Néstor y Cristina la economía volvió a crecer y se completó un periodo de crecimiento económico con inclusión, el más virtuoso desde el primer gobierno peronista.

Más allá que hablen de la “pesada herencia”, se redujo la pobreza, se motorizó el mercado interno con la creación de millones de puesto de trabajo y salarios dignos a partir de las negociaciones colectivas. Que faltaba mucho es verdad, pero era el camino correcto.

No hay que horrorizarse porque ganó Trump y perdió Hillary. Hace muchos años, León Trotsky, en una entrevista con Mateo Fossa, en 1938 escribió lo siguiente:

“En Brasil reina ahora un régimen semifascista que todo revolucionario no puede ver más que con odio. Supongamos, sin embargo, que mañana Inglaterra entra en un conflicto militar con Brasil… En este caso estaré del lado del Brasil ‘fascista’ contra la ‘democrática’ Gran Bretaña. ¿Por qué? Porque el conflicto entre ellos no será una cuestión de democracia o fascismo. Si Inglaterra saliera victoriosa, pondría otro fascista en Río de Janeiro y colocaría dobles cadenas al Brasil. Si por el contrario Brasil fuera victorioso, daría un poderoso impulso a la conciencia nacional y democrática del país y conduciría al derrocamiento de la dictadura de Vargas. La derrota de Inglaterra daría al mismo tiempo un golpe al imperialismo británico y un impulso al movimiento revolucionario del proletariado británico. Verdaderamente uno tiene que tener la cabeza vacía para reducir los antagonismos mundiales y los conflictos militares a la lucha entre fascismo y democracia. ¡Bajo todas las máscaras uno debe saber cómo distinguir a los explotadores, los esclavistas y saqueadores!”

Ni trump ni Clinton. Pensemos en la Argentina y la Patria Grande. Lo demás no interesa.

 

 

 

 

 

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