La política económica de Mauricio Macri produjo una caída en el impulso al consumo y al mercado interno. Los números son catastróficos, según un trabajo realizado por Augusto Costa en la revista Amanda que codirige con Axel Kicillof.
Los datos son inapelables: durante los primeros siete meses del año, la economía retrocedió un 2,3%; las ventas minoristas cayeron un 7,7% en septiembre y acumulan una disminución de 6,8% en los primeros nueve meses del año; y la producción industrial cayó un 5,7% en agosto y 4,2% en lo que va del 2016. Por su parte, la construcción tuvo un descenso del 3,8% en agosto y los despachos de cemento volvieron a caer en septiembre (-4,7%), lo que anuncia un nuevo retroceso.
En este contexto, es de particular relevancia la caída del consumo de carne, leche y harina, no sólo porque se trata de los productos más representativos de la mesa de los argentinos, sino porque refleja sin atenuantes el empeoramiento de la situación social y de las condiciones de vida de los sectores populares.
En el caso de la leche, durante el primer semestre de este año el consumo cayó un 19% respecto a 2015, alcanzando 11,62 litros por habitante. La última vez que se consumieron cantidades tan bajas de este alimento básico para la dieta de los argentinos fue en 2002. Con el resto de los productos lácteos viene ocurriendo algo similar, aunque con distinto grado de intensidad. El consumo de leche en polvo se derrumbó 47% entre 2015 y 2016, llegando a 570 gramos per cápita durante el primer semestre de este año, lo que representa casi la mitad del promedio de los últimos 15 años. Los quesos más demandados (blandos para pizza) bajaron 13% en la comparación interanual. Los únicos productos del sector que no sufrieron caídas en el consumo promedio son el dulce de leche y el yogur (con subas del 1%), aunque se trata de rubros de menor peso relativo en la demanda de los hogares.
Por su parte, 2016 es el peor año desde que se tiene registro en materia de consumo de carne vacuna, con sólo 55,2 kilos per cápita. En septiembre esa cifra fue aún menor (53,8 kilos per cápita), lo que implica consumo más bajo desde 2002. Esto significa una caída cercana al 8% respecto a los niveles consumidos en 2014 y 2015 (59,7 kilos por habitante). En el mismo sentido, también cayó significativamente el consumo de harina, que se redujo de 61,8 a 58,1 kilos per cápita entre 2015 y 2016 (-6,1%).
Costa recuerda que por el “apagón estadístico” que decretó el gobierno de Cambiemos al asumir, no es posible contar con indicadores oficiales del INDEC sobre la evolución de los precios desde que asumió Macri como presidente. No obstante, es posible reconstruir lo ocurrido tomando el IPC de la Ciudad de Buenos Aires. Según este índice, todos los productos lácteos sufrieron fuertes aumentos de precios como consecuencia de las políticas implementadas por el gobierno nacional: entre octubre de 2015 y agosto de este año, la leche en polvo 27%, los quesos entre 35% y 45%, la manteca el 53% y el yogur 28%. Pero si tomamos el producto más consumido por los argentinos, la leche entera subió en promedio 46%.
Es más, teniendo en cuenta la eliminación de las dos principales leches en sachet de los listados del Programa Precios Cuidados por presión de las empresas, en el caso de La Serenísima y Sancor el precio se disparó de $10,50 a $18 o $19 desde diciembre.
La carne, en tanto, también experimentó importantes incrementos de precio en sus distintas presentaciones desde noviembre pasado: asado (38%), carne picada (43%), cuadrada (47%), cuadril (45%) y hamburguesas (45%). Finalmente, la harina subió 37% desde que el macrismo ganó las elecciones y anunció su paquete de medidas.