El “relato” Marcos Peña y Jaime Duran Barba que éste es el mejor gobierno de las últimas décadas, que todo marcha a las mil maravillas y que lo que falta es por culpa de la “pesada herencia”, se traslada a la provincia de Buenos Aires con otros condimentos. La gobernadora María Eugenia Vidal intenta mostrar que tiene vuelo propio, que mide mucho más que Mauricio Macri, y que, a diferencia de la rigidez de Peña, ella dialoga con Sergio Massa y suma a dirigentes peronistas a su gobierno.
Otro “relato” que los medios hegemónicos intentan convencer a la ciudadanía, donde señalan una y otra vez que Cristina Kirchner es una “muerta política” y el peronismo desaparecerá o se integrará al gobierno de Vidal.
El ejecutivo provincial muestra públicamente que Joaquín de la Torre es peronista y que ahora es ministro provincial. En realidad, fue el armador del Frente Renovador junto a Massa en el 2013 y en las elecciones del año pasado fue candidato en San Miguel por el FR. Por su parte, Ismael Pasaglia, intendente de San Nicolás, siempre estuvo más cerca de Massa y Felipe Solá que del FpV, de allí su pase rápido cuando el peronismo perdió las elecciones el año pasado.
Hernán Bertellys, intendente de Azul, y Francisco Echarren, de Castelli, son los dos intendentes del peronismo que se pasaron a las filas de Cambiemos. Hay que señalar que estas dos localidades suman unos 60 mil habitantes, por lo cual en votos podrían aportar a Cambiemos unos 20 mil, una cifra inexistente en el mapa de la provincia.
La preocupación de Vidal se llama conurbano bonaerense, donde vota el 70 por ciento del padrón de la Provincia, en el cual Cambiemos no puede hacer pie, excepto en San Isidro y Vicente López. Desde un principio se buscó romper al peronismo del conurbano a partir de grupos, pero no lo han logrado. Hoy tanto el grupo Esmeralda, Fénix, Establo y Patria trabajan en conjunto.
Luego intentaron dividir La Matanza para quitarle poder territorial al peronismo y especialmente a Verónica Magario. Hasta hoy no lo lograron.
Hace un par de meses fueron por Mariano Cascallares, el intendente de Almirante Brown, a quien le ofrecieron integrar el gabinete, pero el jefe comunal vinculado al Grupo Esmeralda, le respondió que era peronista “y nunca podría integrar un gobierno conducido a nivel nacional por Mauricio Macri”.
En los últimos tiempos miran la figura de Gustavo Menéndez, el intendente de Merlo que venció a Raúl Othacehé, que tiene una relación de amistad con el ex marido e intendente de Morón, Ramiro Tagliaferro. Menéndez también avisó que es peronista y no trabajará para Macri.
Por ahora el peronismo bonaerense, especialmente el del conurbano bonaerense, se mantiene firme y avizora un fuerte triunfo en las elecciones del próximo año. Leen las encuestas donde el peronismo orilla los 50 puntos en el Gran Buenos Aires y cerca de 40 en toda la provincia.
Una vez más, la realidad es muy diferente a lo que cuentan los medios hegemónicos. Desde hace varios días los jefes comunales están dialogando con organizaciones sociales y haciendo de intermediarios con los grandes hipermercados para asegurar un diciembre en paz. La idea es que haya donaciones para contener a los sectores más desprotegidos.
La realidad para los intendentes no son los “cantos de sirena” de la gobernadora sino el crecimiento del hambre, el aumento de los alimentos, de las tarifas, el desempleo y no incorporarse a un partido que hoy gobierna sólo para los ricos.
Además, más allá de las sonrisas, Vidal es Macri, de allí que a horas de votar la oposición el proyecto de Impuesto a las Ganancias, la gobernadora llamó a Massa y a otros legisladores para frenar la propuesta de la oposición.