Ingresando en el tercer mes de 2017, “el año del despegue” que no llegó en el “segundo semestre” de 2016, podemos confirmar lo obvio: las políticas recesivas generan recesión. Ya sé. Uno piensa en Bertolt Brecht: “Qué tiempos serán los que vivimos que hay que defender lo obvio“. Son los que nos tocan vivir y, frente al cinismo del gobierno de Macri, no queda más que seguir explicando y contando lo obvio.
Y lo obvio, es obvio. Si un gobierno devalúa, incrementa los precios regulados de todos los servicios públicos, elimina retenciones a las exportaciones y, para coronar, dinamita las paritarias libres poniéndole cepo al salario, no se puede esperar menos que una inflación galopante, una severísima contracción de la capacidad adquisitiva de los argentinos, una brutal caída del consumo (por ende, también de la inversión). Si además, ese gobierno lo hace en un contexto desfavorable del comercio internacional, a la par que desmantela todos los mecanismos de administración del comercio, no sólo no hay exportaciones que compensen sino que le termina de asestar el golpe de gracia a la industria nacional. Y si, para colmo, ese mismo gobierno, dice que el déficit es una cosa inaceptable, mientras deja de cobrar retenciones y otros impuestos a los más ricos, además de hacer crecer inevitablemente el estigmatizado déficit, lo que está justificando es el ajuste sobre el gasto del Estado.
Esa es, excesivamente sintetizada, la secuencia de lo que vivimos en 2016. Y como uno más uno es dos, y el PBI de una economía es igual a la suma del consumo, la inversión, el gasto público y las exportaciones, a las que hay que descontar las importaciones, el resultado del cocktel de políticas oficiales también es obvio: la Argentina entró en una recesión de la que, naturalmente, no podrán sacarla las mismas políticas que la empujaron a ella. Con un detalle que no podemos pasar por alto: el consumo explica alrededor del 70% de ese PBI, lo que equivale a decir que si el gobierno dinamita el consumo de los argentinos, sería necio imaginar que no sepa que está dinamitando, con él, al conjunto de la economía. Eso es, precisamente, lo que el gobierno ha decidido, a juzgar por sus decisiones de política económica y los resultados de su gestión. Y es, además, lo que ha decidido ratificar en 2017.
Sin entrar en consideraciones políticas, el feroz ataque a los y las docentes, en particular, y al conjunto de los trabajadores y trabajadoras, en general, que protagonizarán una intensa semana de paros y movilizaciones nacionales estos 6, 7 y 8 de marzo, muestra descarnadamente el empecinamiento oficial por institucionalizar este verdadero cepo de nuevo cuño: la reducción, por segundo año consecutivo, de los salarios de los trabajadores. Sin ese motor irreemplazable que pone en funcionamiento el consumo y la producción, pensar en la recuperación económica es, en el mejor de los casos, pensamiento mágico.
Observemos algunos de los indicadores disponibles para los primeros meses del año:
- El consumo cayó, según CAME, -2.5% en enero y -4.1% en febrero.
- Las ventas en 12 y 18 cuotas cayeron, según INDECOM, -11,4 % en enero y -18,2 % en febrero.
- La construcción cayó, según el INDEC, -2.4% en enero.
- El índice Construya se contrajo -6.9% en enero y -6.7% en febrero.
- La industria se hundió, según el INDEC, -1.1% en enero.
- El empleo registrado privado cayó, según el Ministerio de Trabajo, -0.5% en enero.
No importa cuántas notas ofrezca un ministro de economía o cuántas veces se repita a través de los medios que la recesión se terminó. No importa cuánto oculte el presidente los trágicos resultados económicos de su gestión. Al final, siempre es lo mismo: la única verdad es la realidad. Lo señalan las encuestas, como la más reciente de Roberto Bacman: casi el 60% opina negativamente de Mauricio Macri. Lo sabe cualquiera que patee la calle. El humor social está al límite. Los resultados económicos y la actitud de sus responsables lo justifican. Mientras tanto, la recesión continúa, los despidos también y los salarios no resisten la paritaria de ficción de 17% que busca imponer Cambiemos. Al oficialismo ya no le alcanza con mentir, ocultar y negar. Porque el pueblo está empezando a levantar la voz. Y este 6, 7 y 8, el grito asoma muy fuerte.
*Economista